Santiago llega a la consulta de su amigo y consejero, Javier, con el rostro marcado por la tensión y la frustración. Se siente atrapado en un ciclo de desánimo tanto en su vida personal como profesional. Javier, con su paciencia y sabiduría, lo guía a través de un diálogo que lo lleva a reconsiderar su actitud, espiritualidad, ética, valores, humildad, influencia sobre los demás y liderazgo.
«Javier, estoy agotado. Nada en mi vida parece funcionar. En el trabajo, los proyectos fracasan, y en casa, Ana y yo no dejamos de discutir. Siento que todo se está desmoronando y no sé cómo salir de esto.»
Javier lo invita a sentarse con una sonrisa tranquila. «Santiago, es comprensible que te sientas así cuando las cosas no van bien. Pero lo primero que debemos hacer es identificar qué es lo que realmente está sucediendo. Como dijo Sócrates, ‘Conócete a ti mismo’. Es el primer paso para cualquier cambio significativo.»
Santiago asiente, aliviado por tener a alguien con quien hablar. «En el trabajo, todo lo que intento hacer termina en fracaso. Y en casa, Ana me dice que estoy distante y que ya no la escucho. Pero es difícil cuando siento tanta presión.»
«Lo primero que necesitamos hacer,» dice Javier con calma, «es cambiar tu actitud hacia estos problemas. En lugar de verlos como obstáculos insuperables, podemos empezar a verlos como oportunidades de crecimiento. ¿Estás dispuesto a intentarlo?»
Santiago lo mira, intrigado. «Supongo que sí. Pero no sé cómo cambiar mi actitud cuando todo parece tan negativo.»
Javier se inclina hacia adelante, haciendo contacto visual con Santiago. «Ser el protagonista de tu vida significa que, aunque no puedas controlar todo lo que sucede, puedes controlar cómo respondes a cada situación. Cambiar tu actitud no es fácil, pero es el primer paso para retomar el control.
«¿Cómo lo hago?» pregunta Santiago, claramente interesado.
«Comienza por dejar de verte como una víctima de las circunstancias,» explica Javier. «En lugar de sentirte impotente, piensa en lo que puedes hacer para cambiar tu situación. Cada pequeño cambio que hagas en tu actitud te ayudará a recuperar el control. Es en tus momentos de decisión cuando se forma tu destino.'»
Santiago reflexiona sobre esto. «Es difícil, pero creo que puedo intentarlo. ¿Tienes algún consejo sobre cómo mantener una actitud positiva cuando todo parece estar en tu contra?»
«La clave es ver cada problema como una oportunidad para aprender, responde Javier. En lugar de enfocarte en lo negativo, busca la lección en cada desafío. Una actitud positiva no significa ignorar los problemas, sino enfrentarlos con la confianza de que puedes aprender y crecer a partir de ellos
Javier continúa la conversación. «Hablemos de los errores. Dijiste que en el trabajo te sientes culpable cuando los proyectos fracasan. ¿Qué haces cuando algo sale mal?»
«Me justifico,» admite Santiago. «Intento explicar por qué no fue mi culpa.»
«Es comprensible,» responde Javier. «Pero quiero que pienses en lo que ganas al justificarte. Aunque te alivia momentáneamente, ¿te ayuda a mejorar en el largo plazo?»
«No, realmente no,» dice Santiago después de reflexionar. «Solo perpetúa mis errores.»
«Exacto,» dice Javier. «En lugar de justificarte, lo que deberías hacer es analizar tus errores y aprender de ellos. El impedimento a la acción avanza la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino.’ Cada error es una lección disfrazada. Si puedes adoptar una actitud de aprendizaje, en lugar de defensa, estarás en camino hacia el crecimiento personal y profesional.»
Santiago asiente, comenzando a entender la importancia de este cambio de perspectiva. «Tiene sentido. Siempre he visto los errores como fracasos, pero si los veo como lecciones, podría mejorar.»
Javier cambia de tema ligeramente. «Ahora hablemos de tu relación con Ana. Dijiste que las cosas están tensas en casa. Es fácil juzgar a los demás cuando nos sentimos incomprendidos. Pero ¿has considerado juzgar tus propias actitudes en lugar de las de Ana? A veces, la solución no está en cambiar a la otra persona, sino en cambiar cómo nosotros reaccionamos. Una vida no examinada no merece ser vivida.’ Es vital que reflexionemos sobre nuestras propias acciones antes de criticar a los demás.»
Santiago se queda en silencio, dándose cuenta de que nunca había pensado en eso antes. «Supongo que he estado tan enfocado en lo que me molesta de ella que no he considerado cómo la estoy tratando yo.»
«Exactamente,» dice Javier. «Las relaciones son un reflejo de cómo nos comportamos con los demás. Si estás siempre a la defensiva o criticando, es probable que esa actitud se convierta en el foco de la relación. Pero si en lugar de juzgar a Ana, empiezas a evaluar tus propias actitudes y comportamientos, puedes encontrar maneras de mejorar la situación.»
«Creo que tienes razón,» admite Santiago. «Debo centrarme más en cómo reacciono, en lugar de esperar que ella cambie.»
Javier decide llevar la conversación a un nivel más profundo. «Santiago, quiero hablar sobre la espiritualidad y la ética. Estos son pilares fundamentales que pueden guiarte en momentos de crisis. La espiritualidad no necesariamente tiene que ver con la religión, sino con una conexión más profunda contigo mismo y con el mundo que te rodea.»
«¿Cómo me puede ayudar la espiritualidad?» pregunta Santiago.
«La espiritualidad te da una perspectiva más amplia,» responde Javier. «Te permite ver más allá de los problemas inmediatos y entender que eres parte de algo mayor. Esto puede darte paz interior y claridad en momentos de confusión. El universo es cambio; nuestra vida es lo que nuestros pensamientos hacen de ella.’ Entender esto te ayudará a aceptar los cambios y a encontrar serenidad en medio de la tormenta. Además, la ética te proporciona una brújula moral que te ayuda a tomar decisiones que estén alineadas con tus valores. Cuando actúas éticamente, no solo mejoras tu vida, sino que también impactas positivamente en los demás.»
«Creo que eso es algo en lo que necesito trabajar,» admite Santiago. «A veces, en medio del caos, olvido lo que realmente es importante.»
«La ética y la espiritualidad son como anclas en un mar tempestuoso,» dice Javier. «Te ayudan a mantenerte firme y a no perder el rumbo, sin importar cuán difíciles sean las circunstancias.»
Javier continúa: «Además de la ética, los valores juegan un papel crucial en cómo manejas tu vida personal y profesional. Tus valores son los principios que guían tus decisiones y acciones. Si eres fiel a tus valores, encontrarás más fácil tomar decisiones que estén alineadas con tu verdadero ser. La vida te pagará cualquier precio que tú le pidas.’ Esto significa que si vives alineado con tus valores, podrás alcanzar cualquier meta que te propongas.»
«¿Cómo puedo identificar mis valores?» pregunta Santiago.
«Reflexiona sobre lo que es más importante para ti,» sugiere Javier. «Por ejemplo, ¿valoras la honestidad, la integridad, la responsabilidad? Una vez que identificas tus valores, puedes usarlos como guía en cada decisión que tomes. Esto no solo te dará coherencia en tu vida, sino que también te ayudará a construir relaciones más sólidas y auténticas. La gestión es hacer las cosas bien; el liderazgo es hacer lo correcto.’ Y para hacer lo correcto, necesitas tener claros tus valores.»
«Eso tiene mucho sentido,» dice Santiago. «A veces me siento perdido, pero si tengo claros mis valores, podría tener una guía más firme.»
«Correcto,» afirma Javier. «Y lo mismo se aplica a la gestión del talento. En tu trabajo, si identificas y desarrollas tus talentos y los de los demás, podrás crear un equipo más fuerte y efectivo.
Javier lo mira con empatía. «Santiago, la base de cualquier crecimiento, ya sea personal o profesional, es la humildad. La humildad no significa ser débil o sumiso, sino tener la capacidad de reconocer nuestras propias limitaciones y estar dispuestos a aprender de los demás.»
«Eso suena bien, pero ¿cómo puedo aplicar la humildad en mi vida diaria?» pregunta Santiago.
«Empieza por aceptar que no lo sabes todo,» responde Javier. «Todos tenemos algo que aprender, ya sea de nuestros colegas, amigos, y de nuestros subordinados. La humildad te permite abrirte a nuevas ideas y perspectivas, lo que te ayudará a crecer y mejorar. Este reconocimiento es lo que te permite buscar el conocimiento y mejorar continuamente.»
Santiago asiente, comprendiendo la importancia de este enfoque. «Supongo que he estado demasiado enfocado en demostrar lo que sé, en lugar de aprender lo que no sé.»
«Es normal,» afirma Javier. «La humildad te da la capacidad de admitir tus errores y aprender de ellos, lo cual es fundamental para el crecimiento. Además, ser humilde te permite conectarte mejor con las personas que te rodean, porque ven que eres genuino y que estás dispuesto a mejorar.»
Santiago reflexiona sobre lo que acaba de escuchar y luego pregunta: «Pero ¿cómo se relaciona la humildad con el liderazgo? Siempre pensé que un líder tenía que ser fuerte y seguro.»
Javier sonríe. «Es una idea común, pero el verdadero liderazgo no se trata de ser el más fuerte o el más seguro. Se trata de servir a los demás, de guiarlos y apoyarlos en su propio crecimiento. Un líder humilde reconoce que no tiene todas las respuestas y está dispuesto a escuchar a su equipo. Este tipo de liderazgo es más efectivo porque fomenta un ambiente de confianza y colaboración.»
«¿Entonces, cómo puedo ser un mejor líder?» pregunta Santiago.
«Primero, trabaja en tu humildad,» responde Javier. «Admite cuando no sabes algo y busca aprender junto a tu equipo. Segundo, enfócate en desarrollar a las personas que te rodean. Un buen líder no solo dirige, sino que también inspira y capacita a los demás para que alcancen su máximo potencial. ‘El liderazgo es levantar la visión de una persona a altos estándares, la elevación del rendimiento de una persona a un mayor nivel, la construcción de una personalidad más allá de sus limitaciones normales.'»
Santiago asiente, viendo cómo este enfoque podría cambiar su manera de liderar. «Me gusta esa idea de liderar con humildad y enfoque en los demás. Pero ¿cómo puedo empezar a aplicarlo?»
«Empieza por escuchar más y hablar menos,» sugiere Javier. «En cada interacción, pregúntate: ‘¿Cómo puedo ayudar a esta persona a crecer?’ Liderar es más sobre hacer preguntas y menos sobre dar órdenes. Inspira a tu equipo a pensar por sí mismos y a encontrar soluciones creativas. Esto no solo fortalecerá su confianza, sino que también te permitirá aprender de ellos.»
«Entiendo lo que dices sobre liderazgo, pero ¿qué pasa con la influencia que tenemos sobre los demás? A veces siento que no estoy marcando una diferencia en la vida de las personas a mi alrededor,» confiesa Santiago.
«Influir en los demás no se trata de tener una gran autoridad o poder,» explica Javier. «Se trata de cómo nuestras acciones y palabras impactan a los que nos rodean. La influencia es el resultado de la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Si actúas con integridad, humildad y empatía, influirás positivamente en los demás.»
«¿Cómo puedo asegurarme de que estoy influyendo de la manera correcta?» pregunta Santiago.
«Primero, sé consciente de tu comportamiento,» dice Javier. «Recuerda que las personas te observan, incluso cuando no te das cuenta. Tus acciones diarias, cómo tratas a los demás, cómo manejas los desafíos, todo esto deja una impresión duradera. La forma en que comunicamos con otros y con nosotros mismos, en última instancia, determina la calidad de nuestras vidas.’ Asegúrate de que tu comunicación sea clara, honesta y alineada con tus valores.»
Santiago reflexiona sobre esto. «Entonces, la influencia no es solo algo que sucede cuando intento dirigir o enseñar, sino que está en cada pequeña acción.»
«Siempre,» responde Javier. «Cada interacción, por pequeña que sea, tiene el potencial de influir en la vida de otra persona. Es por eso que la humildad y el liderazgo van de la mano con la influencia. Un líder humilde, que actúa con integridad y empatía, influye positivamente en su entorno.»
Javier continúa: «Lo que hemos hablado hasta ahora no solo aplica en el entorno profesional, sino también en tu vida personal. ¿Cómo crees que podría cambiar tu relación con Ana si aplicaras estos principios?»
Santiago se queda pensativo por un momento antes de responder. «Creo que si fuera más humilde, podría escucharla mejor y entender su perspectiva, en lugar de centrarme en cómo me siento yo. Y si liderara nuestra relación desde un lugar de apoyo y comprensión, en lugar de intentar siempre tener la razón, probablemente tendríamos menos conflictos.»
«Eso es exactamente a lo que me refiero,» dice Javier con una sonrisa. «La humildad en una relación permite que ambas partes se sientan valoradas y comprendidas. El liderazgo no se trata de controlar, sino de guiar y apoyar. Y la influencia que tienes en la relación dependerá de cómo combines estas dos cualidades. Una relación basada en la humildad y el liderazgo positivo puede ser mucho más fuerte y resistente.»
«Entiendo,» responde Santiago, sintiéndose motivado para hacer cambios en su vida. «Puedo ver cómo estos principios pueden mejorar tanto mi vida personal como profesional. Quiero empezar a aplicarlos de inmediato.»
«Recuerda,» concluye Javier, «el cambio no ocurre de la noche a la mañana. Pero cada pequeño paso que tomes en la dirección correcta marcará una gran diferencia. La humildad, el liderazgo y la influencia son habilidades que se desarrollan con el tiempo, a través de la práctica constante. Mantente comprometido con este camino, y verás como no solo transformas tu vida, sino también la de aquellos que te rodean.»
José Pomares
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