Una vez más, Santiago acude a la consulta de Javier con la pretensión de aclarar sus dudas y temores.

Santiago: Javier, he estado reflexionando sobre mi equipo de trabajo. A veces siento que nos falta algo, como si pudiéramos lograr mucho más juntos, pero no sé exactamente qué es. ¿Qué crees que hace falta para que un equipo realmente funcione y tenga éxito?

Javier: Es una excelente pregunta, Santiago. Los equipos que triunfan no solo se basan en el talento individual, sino en la cultura que se crea en torno a ellos. Para que un equipo logre su máximo potencial, tres factores son fundamentales: la seguridad psicológica, la vulnerabilidad compartida y un propósito común. Estos elementos son los que generan un ambiente en el que las personas pueden dar lo mejor de sí mismas y trabajar de manera cohesiva.

Santiago: ¿Seguridad, vulnerabilidad y propósito? Suena profundo. ¿Por qué esos aspectos son tan importantes?

Javier: La seguridad psicológica es esencial para cualquier equipo que aspire al éxito. Este término se refiere a la capacidad de los miembros del equipo de sentirse seguros para tomar riesgos y expresar sus opiniones sin temor a ser ridiculizados o castigados. En otras palabras, en un equipo con seguridad psicológica, las personas sienten que pueden ser ellas mismas, compartir ideas, admitir errores y hacer preguntas sin que eso ponga en riesgo su reputación o su posición.

Santiago: Entiendo. Entonces, en un equipo donde no hay seguridad psicológica, ¿la gente se guarda lo que piensa por miedo a las consecuencias?

Javier: Exactamente. Si los miembros del equipo sienten que serán juzgados o penalizados por cometer un error o por expresar una opinión impopular, se retraen. Esto es muy peligroso para la creatividad y la innovación, porque las mejores ideas muchas veces surgen de la discusión abierta y de la colaboración. Cuando los empleados tienen miedo de hablar, la calidad del trabajo en equipo se resiente.

Santiago: Tiene mucho sentido. A veces en mi equipo noto que algunos compañeros prefieren quedarse callados en las reuniones, incluso cuando sé que tienen algo que aportar.

Javier: Esa es una señal clara de que puede faltar seguridad psicológica. Fomentar un ambiente en el que todos se sientan cómodos para hablar, preguntar y hasta equivocarse es fundamental para que el equipo avance. Sin seguridad, las ideas no fluyen, y el aprendizaje se detiene.

Santiago: ¿Y cómo encaja la vulnerabilidad en todo esto? He escuchado a mucha gente decir que ser vulnerable en el trabajo puede verse como una debilidad.

Javier: Es común pensar así, pero en realidad, la vulnerabilidad es uno de los mayores activos que un equipo puede tener. La vulnerabilidad compartida es lo que permite a los equipos conectarse a un nivel más profundo. Ser vulnerable significa mostrar tu lado humano, admitir cuando no sabes algo, pedir ayuda cuando la necesitas, o reconocer que cometiste un error. Y cuando los líderes también muestran vulnerabilidad, crean un entorno donde todos los demás se sienten más cómodos haciéndolo.

Santiago: ¿No es peligroso mostrarse vulnerable en el trabajo?

Javier: No si el equipo tiene un ambiente de seguridad psicológica. De hecho, la vulnerabilidad puede ser una fortaleza. El líder de un equipo, por ejemplo, que admite que no tiene todas las respuestas o que cometió un error, no pierde respeto; al contrario, gana la confianza de los demás. Cuando los miembros del equipo ven que está bien ser imperfecto, se animan a ser más abiertos, lo que crea una colaboración mucho más genuina.

Santiago: Entiendo. Pero ¿cómo se puede empezar a construir esa vulnerabilidad compartida si la gente no está acostumbrada a eso?

Javier: Es un proceso que empieza con el liderazgo. Los líderes tienen que ser los primeros en modelar la vulnerabilidad. Esto puede significar ser transparentes sobre los desafíos que enfrentan o pedir feedback honesto de su equipo. A medida que el líder muestra que está bien ser vulnerable, los miembros del equipo comienzan a seguir ese ejemplo. Además, es importante que el equipo tenga espacio para conversaciones abiertas y honestas, donde puedan compartir sus preocupaciones o incertidumbres sin miedo.

Santiago: Ya veo. Y mencionaste el propósito como otro factor clave. ¿Por qué es tan importante que un equipo tenga un propósito claro?

Javier: El propósito común es lo que da sentido al trabajo en equipo. Cuando un equipo comparte una visión clara y significativa, todos sus miembros entienden por qué están ahí y qué están trabajando para lograr. Tener un propósito no solo unifica al equipo, sino que también lo motiva. Saber que el trabajo tiene un impacto o un significado más grande hace que la gente se comprometa más con lo que hace.

Santiago: Eso me recuerda cuando trabajamos en un proyecto en mi equipo que realmente nos entusiasmaba porque sabíamos que iba a tener un impacto positivo en la empresa. Todos estábamos mucho más involucrados que en otros proyectos más rutinarios.

Javier: Esa es la diferencia que hace el propósito. Sin un propósito claro, el trabajo se siente como una serie de tareas que simplemente hay que cumplir. Pero cuando hay una visión compartida, todos los miembros del equipo están alineados hacia un objetivo mayor. Esto no solo genera mayor satisfacción, sino que también mejora el rendimiento. Las personas son más propensas a dar lo mejor de sí cuando sienten que su trabajo tiene un sentido.

Santiago: ¿Y cómo se puede definir un propósito que todos en el equipo compartan?

Javier: El propósito debe ser algo que inspire a todos. A veces, el propósito se encuentra en la misión de la empresa o en el impacto que el equipo tiene en los clientes o en la sociedad. Es importante que los líderes comuniquen constantemente esa misión y expliquen cómo el trabajo de cada persona contribuye a ese objetivo mayor. Además, debe haber un diálogo abierto para que todos los miembros del equipo sientan que su trabajo importa y que están conectados con ese propósito.

Santiago: Entonces, si quiero mejorar la cultura de mi equipo, ¿qué pasos debería seguir para integrar la seguridad, la vulnerabilidad y el propósito?

Javier: Primero, enfócate en crear un ambiente de seguridad psicológica. Promueve la apertura y el respeto, y asegúrate de que todos sientan que sus ideas son valoradas. Anima a los miembros de tu equipo a que se arriesguen a compartir nuevas ideas sin miedo a ser criticados.

Luego, comienza a modelar la vulnerabilidad como líder o miembro del equipo. Sé transparente con tus desafíos y errores, y haz que otros vean que está bien pedir ayuda o admitir cuando no se sabe algo. La vulnerabilidad crea conexiones más profundas y genera confianza.

Por último, asegúrate de que todos comprendan y compartan un propósito claro. Mantén a tu equipo enfocado en un objetivo común, algo que sea significativo para todos, y recalca cómo el trabajo de cada persona contribuye a ese objetivo. Cuando el equipo ve que su trabajo tiene un impacto, el compromiso y la motivación aumentan.

La cultura de un equipo de éxito no se construye de la noche a la mañana, pero cuando se basa en la seguridad psicológica, la vulnerabilidad compartida y un propósito común, se crea un ambiente donde las personas no solo colaboran, sino que también florecen. La seguridad permite a los miembros arriesgarse y ser creativos, la vulnerabilidad los conecta a nivel humano, y el propósito les da una razón para esforzarse y dar lo mejor de sí mismos.

Santiago: Javier, cambiando de tema, últimamente he estado pensando mucho en mi relación con Ana. La quiero mucho, pero a veces siento que podríamos estar más conectados o, no sé, que podríamos hacer más para fortalecer nuestra relación. Quiero que lo nuestro funcione a largo plazo, pero no siempre sé por dónde empezar. ¿Qué crees que es clave para tener éxito en una relación de pareja?

Javier: Es una gran pregunta, Santiago. Las relaciones de pareja son complejas, y el éxito en ellas no depende solo del amor, sino de cómo construimos ciertos pilares fundamentales. Al igual que en un equipo de trabajo, las relaciones amorosas también se sostienen sobre la seguridad, la vulnerabilidad y el propósito compartido. Estos tres elementos crean un ambiente donde ambos se sienten seguros, valorados y comprometidos con una vida en común.

Santiago: ¿Seguridad, vulnerabilidad y propósito? ¿Igual que en la empresa? No lo había pensado así. ¿Podrías explicarme cómo estos conceptos se aplican a una relación?

Javier: En cualquier relación, el primer pilar que debes construir es la seguridad emocional. Esto significa crear un espacio donde ambos se sientan seguros para ser ellos mismos, donde puedan compartir lo que piensan y sienten sin temor a ser juzgados, rechazados o lastimados.

Santiago: Tiene sentido. A veces me cuesta decirle a Ana lo que realmente pienso porque no quiero que se moleste o piense mal de mí.

Javier: Eso es algo que muchas personas experimentan. Pero la verdad es que, sin esa seguridad emocional, es difícil que una relación florezca. Ambos deben sentirse libres de comunicar sus emociones, incluso las difíciles, sabiendo que la relación no está en peligro por ello. Esto se construye con confianza y respeto mutuo. Si sientes que no puedes ser honesto con Ana, es una señal de que hay que trabajar en crear un entorno más seguro donde ambos puedan expresarse sin miedo.

Santiago: Entonces, ¿la seguridad emocional es más sobre sentirse cómodo para ser abierto y honesto, sin miedo a las consecuencias?

Javier: La seguridad emocional no solo es sobre evitar conflictos, sino sobre tener la confianza de que incluso en momentos difíciles, la relación sigue siendo un lugar seguro. Esto permite que ambos se conecten de manera más profunda, porque saben que pueden contar el uno con el otro sin importar lo que ocurra.

Santiago: ¿Y cómo encaja la vulnerabilidad en esto? Siempre he escuchado que en una relación, uno tiene que ser fuerte y no mostrar debilidades, como hablábamos antes en el entorno profesional

Javier: Ese es un mito muy común. En realidad, la vulnerabilidad es uno de los factores más importantes para fortalecer una relación. Cuando hablo de vulnerabilidad, me refiero a abrirse emocionalmente con tu pareja, mostrarle no solo tus fortalezas, sino también tus miedos, tus dudas y tus inseguridades. Es en esa apertura donde surge la verdadera intimidad.

Santiago: Pero ¿no es peligroso ser tan vulnerable? ¿No podría hacer que la otra persona pierda el respeto o se aproveche de ti?

Javier: Es un temor comprensible, pero la vulnerabilidad bien gestionada crea conexiones profundas y auténticas. Cuando muestras tu verdadero yo, sin máscaras ni defensas, invitas a la otra persona a hacer lo mismo. Esto no significa que siempre debes compartir todos tus pensamientos o emociones sin filtro, sino que debes estar dispuesto a mostrar tus lados más humanos, esos que a veces nos da miedo compartir.

Las relaciones más fuertes no se construyen solo sobre momentos felices, sino también sobre la capacidad de enfrentar juntos los momentos difíciles. La vulnerabilidad crea un vínculo de confianza y empatía que es muy difícil de romper.

Santiago: Creo que a veces he evitado mostrarle a Ana cuando estoy pasando por algo difícil porque no quiero preocuparla o cargarla con mis problemas.

Javier: Eso es natural, pero la clave es entender que mostrar tus emociones no es una carga para la otra persona, sino una manera de profundizar la conexión. Cuando compartes tus luchas o momentos de debilidad, no solo le demuestras que confías en ella, sino que también le permites apoyarte, lo que fortalece la relación.

Santiago: Ya veo. Y mencionaste el propósito como otro factor clave. Pero ¿cómo encaja un propósito en una relación de pareja? ¿No se trata solo de disfrutar el día a día?

Javier: Disfrutar el presente es importante, pero para que una relación tenga éxito a largo plazo, ambos deben tener un propósito compartido que les dé dirección. El propósito en una relación puede tomar muchas formas: desde objetivos comunes, como formar una familia o construir una vida juntos, hasta metas más abstractas, como crecer y apoyarse mutuamente en su desarrollo personal.

Santiago: ¿Entonces es como tener un objetivo común hacia el cual ambos se dirigen?

Javier: Sí. Un propósito compartido le da sentido a la relación y ayuda a superar los momentos difíciles. Cuando ambos entienden hacia dónde quieren ir juntos, es más fácil mantenerse comprometidos, incluso cuando surgen desafíos. Además, el propósito no tiene que ser algo monumental; puede ser algo tan sencillo como apoyarse mutuamente en sus metas individuales, disfrutar de los momentos juntos o mejorar continuamente la relación.

Santiago: Me gusta esa idea. A veces me preocupa que no tengamos metas claras como pareja, pero quizás sea cuestión de sentarnos y hablar más sobre lo que queremos juntos.

Javier: Hablar sobre el futuro y los objetivos en común ayuda a mantener una conexión más profunda y a asegurarse de que ambos están alineados. Además, tener un propósito compartido le da un significado más grande a la relación. No es solo estar juntos por estar juntos, sino trabajar por algo que realmente importa para ambos.

Santiago: Entonces, ¿cómo puedo empezar a aplicar estos conceptos en mi relación con Ana?

Javier: Lo más importante es empezar con comunicación honesta. Hablar con Ana sobre cómo se sienten en su relación, si ambos se sienten seguros para ser vosotros mismos, y si creen que hay espacio para mostrarse vulnerables el uno con el otro.

Implementar estos principios, tanto a nivel profesional como personal, puede transformar una relación y hacer que el vínculo entre dos personas sea más fuerte, auténtico y duradero.

Santiago se fue de la sesión con Javier contento y con ganas de empezar a trabajar. Aunque siempre pensaba … qué fácil entiendo la teoría y cuánto me cuesta la práctica.

 

José Pomares

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