Insisto y advierto al inicio de una conferencia, que lo que voy a decir ya lo sabemos.
Pero una cosa es saberlo y otra, la complicada, hacerlo. Y para ello primero hay que creerlo para crearlo.
Los manuales de la teoría de la vida casi todos los tenemos claros, ponerlos en práctica es otra cosa. Por ello, el conocimiento sin acción es simplemente información. El conocimiento con acción, sin embargo, es transformación.
Santo Tomás Apóstol decía “necesito ver para creer. San Agustín “cree y entonces verás”
¿Con cuál se queda usted?
No conozco a ningún empresario o emprendedor que no sea de San Agustin.
Saber, hacer y creer. Tres claves que deben ir unidas para lograr los objetivos propuestos.
Que a su vez me recuerdan a las diferencias entre ser, hacer y estar.
Hay quien dedica buena parte de su vida a estudiar su ser. Otros, en contraposición, le dan más importancia al hacer. Y muchos nos olvidamos la importancia que tiene el estar.
Si solo te centras en el ser te puedes perder en el adentro, y si tu vida la fundamentas en el hacer correrás el riesgo de que te inunde el afuera. En ambas circunstancias, es difícil que se logre el estar bien.
Hay que ser sin dejar de hacer y hacer sin dejar de ser, con la finalidad de lograr tu bien estar y vivir así el presente.
Busca ser donde estés y estar donde seas, sólo así serás feliz, porque vivir no es un acto a ejecutar, es una actitud a adoptar, y de ti depende.
Continuamente vemos depresiones por motivos del pasado y ansiedades por un futuro incierto, y mientras tanto no vivimos el presente que como su propio nombre indica es un regalo.
¿Pero cómo podemos estar bien si muchas veces no le damos sentido y profundidad a nuestras habilidades cotidianas?
Si no dedicamos silencio, serenidad y sentido a nuestro ser, significado a nuestro hacer y transparencia, ternura y tiempo a nuestro estar, será difícil que no pasemos día tras día pensando que lo único que nos queda es ganarnos la vida, pasando de un sentimiento primario de nuestras actuaciones a un resentimiento mediando en el medio el acostumbramiento y la rutina que quita ilusión, pasión y sentido a nuestra existencia.
¿No será que la clave consiste en pasar de ganarnos la vida, a crearla y celebrarla?
Si nos quedamos en ganarnos la vida siempre actuaremos bajo una perspectiva cuantitativa de la misma, y en este mundo acelerado pensaremos que la felicidad consistirá en la cantidad de cosas que podamos obtener con lo que ganemos.
Un paso importante será pasar a crearnos nuestra propia vida, con los cual conseguiremos ser mejores y dar nuestra mejor versión, a sabiendas que hemos de dar prioridad a ser excelentes que a tener éxito, pues lo primero siempre dependerá de nosotros y en lo segundo intervendrán factores externos que no siempre podremos controlar.
Pero debemos entender que hemos de conseguir celebrar diariamente la vida, porque somos parte de una totalidad y el bien no se puede conjugar en singular, sino que lo que nos hará plenos será celebrar el bien con los demás. Y esto lo puede aplicar en su entorno personal o laboral. Así se van haciendo familias y empresas conscientes y no simplemente basadas en lo material o en la consecución de logros.
No es cuanto hago sino el amor que pongo en aquello que hago. No es ser motor de nuestras acciones sino imán que contagie a los que están con nosotros.
La continua preocupación por los resultados agota y mata las vivencias.
Si basamos nuestra vida en una concepción materialista de la misma, nuestro ego nos dominará y acabaremos sumidos en el deseo y en el control
El deseo por tener lo que no tengo, ser lo que no soy y estar donde no estoy.
Se nos olvidará mirar el aquí y el ahora.
Y el control hará que todo nos afecte ya que estaremos pendientes de no perder lo que tenemos, hacer que los otros sean como queramos y controlar el estar de los demás.
Y nos alejará del presente obsesionados por las nostalgias del pasado y la incertidumbre del futuro.
Al vivir de esta manera te agotas porque toda la vida la centras en la velocidad (hacer mucho) y no en la profundidad (hacer bien)
Y nos enredamos en la mente, nos empastamos en nuestras emociones y nos volvemos adictos a ellas y nos aceleramos en la voluntad porque salgan las cosas cuando nosotros queremos.
Nuestra mente todo esto lo sabe. Ahora falta que lo creamos con el corazón y lo hagamos con nuestra voluntad.
Evalué el funcionamiento del grupo humano en orden a la generosidad del mismo (ayudará a superar las crisis). Y prémielo.
No eduquemos en la obediencia, eduquemos en la convicción. No tengamos gente involucrada (gente que vive por obligación), sino comprometida (sintiéndose responsable)
Hoy sigue existiendo un modelo de empresa inconsciente basada en exclusiva en un sistema que en muchas ocasiones deshumaniza al individuo con la intención de hacerle más productivo y manipulable, con el fin de que sea más predecible y controlado en sus reacciones y emociones.
El paradigma actual de ese tipo de instituciones es que la empresa está orientada a la maximización de la producción, pero no de la felicidad de su activo humano, sin el cual no existiría.
Y bajo ese sistema se crea división y competencia entre los propios departamentos, que sostienen monólogos en vez de un verdadero diálogo. Es el “egoísmo departamental”.
Nadie escucha a nadie, pues lo importante es demostrar que se tiene razón y que mi departamento consigue los resultados previstos, imponiendo una perspectiva sobre los demás sin apenas importar el bien común.
Eso llevará a una inconsciencia individual que es el victimismo, que permite que la persona no se enfrente al miedo existencial de ser libre y responsable.
En vez de asumir el liderazgo de su vida, la víctima prefiere culpar a sus circunstancias y a los demás de todo.
Hoy más que nunca necesitamos directivos que potencien y trabajen sobre su autoconocimiento y desarrollo personal, de manera que poco a poco revisen sus creencias sobre cómo gestionar a las personas redirigiendo su estrategia para dejar de formar parte de los problemas del mundo y comenzar a asumir la responsabilidad incondicional de solucionarlos.
El fin es construir valor a través de valores, convirtiendo el conocimiento en actitudes y conductas conscientes.
José Pomares
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