Todos los valores funcionan igual menos uno. Se puede ser más o menos amable, generoso, atento, agradecido … pero se confía o no se confía en alguien. La confianza no admite de grados. O se tiene o no se tiene. Y, sin duda, es el valor que más cuesta recuperar cuando se pierde.
Lógico. Se necesita transparencia en la mente (no me mientas), ternura en el corazón (no me humilles ni desprecies) y tiempo en la actuación (la confianza no se exige, se regala)
También saben que este es un espacio de reflexión de crecimiento profesional pero no puede concebirse sin un previo desarrollo personal. Por eso la similitud entre empresa y familia. Y los ejemplos son válidos para ambos entornos aunque me centre en la vida laboral (pero elija usted si prefiere llevarlos a su ámbito personal)
Mire, si en una organización alguien le dice “yo no te pago para pensar” le aconsejo que intente irse cuanto antes de allí. Una casa la hace un albañil y la piensa un arquitecto. Siempre gana más el que piensa lo que tienen que hacer los demás que el que sólo hace.
He repetido muchas veces que cuando la emoción está alta la inteligencia está baja. Y el genio hay que controlarlo cuando hay que reprender a alguien. Pero no tenemos ninguna educación en emociones. Y hoy ya no vale sólo el cociente intelectual. Cuando hay una activación emocional también la hay intelectual. No se puede educar sin motivación ni pasión.
¿Eso significa que no podemos reprender a nuestros subordinados? Por supuesto que sí, además es su obligación si dirige personas. Pero cuidado con el genio no vaya a acabar en geniocidio. Una persona podrá perdonar e incluso olvidar lo que le dijiste, pero jamás cómo le hiciste sentir, ya que en ese caso le llevaría a anular su personalidad, quedando en su personulidad, que yo le llamo, anulando y paralizando sus actuaciones y pensamientos.
Toda acción nace de una emoción y no tener esto en cuenta resta oportunidades de sacar lo mejor de la gente. La inteligencia emocional es el principal activo de un directivo. El liderazgo llega a través de las emociones antes que de las capacidades.
Emoción significa la energía que mueve e impulsa. No hay emociones malas o buenas sino que aparecen al tener contacto con la realidad o con los recuerdos. Y así me arrastran o impulsan mi vida, ya que funcionan como un campo magnético. Y se convierten en una expresión fisiológica normalmente percibida por los demás, por lo que nos es sencillo en ocasiones adivinar el estado emocional de una persona.
Las emociones y los sentimientos están ubicados en la sensibilidad. Y las emociones son a la sensibilidad lo mismo que las olas al mar. Suben y bajan constantemente. Nos hacen sentir agitados o en paz. Y de acuerdo con cómo percibamos la realidad, así va a ser nuestro oleaje. Podemos reaccionar con rebeldía, resistencia, resignación o resentimiento ante la vida o responder con aceptación a los acontecimientos que nos ocurran. El secreto está en unir los pensamientos a las emociones.
Y, por favor, aunque le hayan hecho sentir mal, intente perdonar cuanto antes. Primero perdónese a usted mismo por haber tenido más influencia las palabras del otro que su propia valía. Y luego intente perdonar al ajeno. El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enfado.
Ya sabemos que el triángulo de la conciencia humana está compuesto por el pensar (mente) sentir (corazón) y actuar (voluntad). En este caso, en el pensar se situará la percepción de la realidad (cómo veo la vida), en el sentir la sensibilidad de la misma (cómo vibro con la vida) lo que nos llevará a responder o reaccionar en nuestras actuaciones.
Si a cualquier emoción le sigue un pensamiento positivo, conseguiremos, con nuestra conciencia que siempre piensa en plural, responder con un pensamiento y sentimiento positivo. Si por el contrario a la emoción se le adhiere nuestro ego, que siempre piensa en singular, reaccionaremos con un pensamiento y un sentimiento negativo.
A nivel de la alta dirección hay dos cosas que son muy importantes. Primero, la visión estratégica. Sin embargo, una vez creada la estrategia, la implantación solo se puede llevar a cabo a través de las personas
Eso significa que hay que saber motivar, persuadir, comunicar e influenciar y todos estos conceptos están encuadrados dentro de las habilidades emocionales
La inteligencia emocional no significa simplemente ser amable. A veces puede exigir no ser amable, por ejemplo, para confrontar a alguien con una verdad incómoda pero consecuente que se ha estado evitando. Pero utilice la sinceridad, no el sincericidio.
Si no dominas las habilidades emocionales, si no eres capaz de controlar tus emociones estresantes, si no puedes tener empatía y relaciones efectivas, entonces no importa lo inteligente que seas; no vas a llegar muy lejos
Cuando lidias con personas recuerda que no estás lidiando con criaturas de lógica si no con criaturas de emociones. Primero gánate el corazón y solo después la cabeza.
Si los directivos no ven a los trabajadores como individuos únicos y valiosos sino como herramientas que pueden descartarse cuando ya no son necesarias, los empleados tampoco verán a la empresa como algo con más valor o significado que ser una pagadora de sueldos. Haga apóstoles, no mercenarios.
Piense que el tipo de relación que tenga un empleado con su jefe inmediato será el factor determinante para saber cuánto tiempo se quedará en su organización y su nivel de productividad. Asusta pero es así. La gente no se va de las empresas, se va de sus jefes.
¿Todo depende de usted? No. El ser humano es muy complejo. Es curioso que uno siempre oscila entre la angustia del rechazo y el tedio de la aceptación. Es un péndulo entre el dolor y el aburrimiento. Parece como si nunca pudiera estar contento y satisfecho con su situación actual. Vivir consiste en aceptar la falta y sobreponerse a lo perdido.
¿Y si alguien hace que pierda la confianza tengo que empezar al desconfiar del resto? No, por favor. La confianza tiene gran valor. Eso sí. No la esperes de quien no tiene valores. No se recoge lo que se siembra, sino las consecuencias de lo sembrado. Sólo los buenos sentimientos nos unen, jamás el interés logró vínculos sanos y estables