Nadie va a pasar a la historia por cumplir normas. Los actos no engrandecen, simplemente se ejecutan. Es la actitud la que va a hacer que seamos recordados. Pocas empresas caen por la falta de cumplimiento de su personal, más bien por su ausencia de compromiso.
Y como el compromiso no se puede exigir, sino conquistar y que te lo regalen, me gustaría analizar esa supuesta “desmotivación” que sufren ciertos trabajadores y que en ocasiones viene motivado por el trato de sus responsables directos.
Una persona podrá olvidar lo que digas, quizá también lo que hagas, pero nunca como le hiciste sentir. A la gente se la puede lastimar mediante una palabra o permaneciendo en silencio. Se sufre por escuchar algo tanto como por no hacerlo.
Piense que el tipo de relación que tenga un empleado con su jefe inmediato será el factor determinante para saber cuánto tiempo se quedará en su organización y su nivel de productividad y compromiso. Asusta pero es así. La gente no se va de las empresas, se va de sus jefes.
La mayoría de las veces la persona que te ofende dice más cosas de sí misma que de ti. Gran parte del tiempo, el discurso ofensivo se basa en sus propios males y miserias. Una pistola y una boca tienen en común que cuando se utilizan sin pensar pueden causar un gran daño.
¿Entonces no hay que ser sincero con las personas que tenemos a nuestro cargo? Analicemos la sinceridad.
Ser una persona sincera no es decir todo aquello que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa
Cuando tu sinceridad es capaz de bajar una autoestima, mejor quédate en silencio. Cuando tu opinión es capaz de desmotivar a alguien, mejor quédate en silencio. Cuando tu crítica constructiva es capaz de disminuir a alguien, mejor quédate en silencio. Porque verdades sin empatía y amor son conveniencias emocionales para satisfacer tu ego.
Y si actuamos de esa forma, el miedo impregnará nuestras organizaciones.
Lo primero que quita la libertad es el miedo. El miedo busca lo seguro, el amor te lanza a la plenitud. El miedo siempre tapa y calla, el amor abre y habla. El día que un empleado no tiene miedo a que le puedan echar, ese día no dude que estará preparado para aportar el 100% de su valor.
Recuerde que genio se nace y a imbécil se llega. Y hay quien tiene prisa en alcanzar esa meta.
Y suelen ser éstos los que hacen mucho, pero no hacen bien. Los que corren mucho pero sin orientación ni camino. Los que hablan mucho pero nunca escuchan. Los que eligieron el amor al poder en lugar del poder del amor.
Y mal se suele acabar por ese transcurrir vital. La depresión es la agresión vuelta contra uno mismo, pero que todos acabamos pagando.
Si usted que me lee es empresario, o tiene a su cargo la responsabilidad de dirigir a un equipo, empiece ayudando a hacer libre a su gente.
Si va a contratar a alguien, siga las directrices que escribió Antoine de Saint-Exupery “si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo (eso lo hace un jefe) sino que primero has de evocar en tu gente el anhelo por el mar (eso es tarea de un líder)
Decía San Agustín “Tanta libertad como sea posible y tanta autoridad como sea necesaria”.
Primero hay que trabajar tu propia libertad añadiendo valores a la misma. Y usar la autoridad con carácter supletorio cuando se produzca un mal uso de la libertad. Porque una cosa es dar libertad imponiendo normas y otra educar la libertad contagiando valores.
Y, por mucha autoridad o jefatura que tenga, pida perdón cuando proceda y perdone cuando sea necesario.
El perdón nos libera de ataduras que nos amargan el alma y enferman el cuerpo. No significa que estés de acuerdo con lo que pasó, ni que lo apruebes. Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó. Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enfado.
Es curioso que uno siempre oscila entre la angustia del rechazo y el tedio de la aceptación. El ser humano es un péndulo entre el dolor y el aburrimiento. Parece como si nunca pudiera estar contento y satisfecho con su situación actual. Vivir consiste en aceptar la falta y sobreponerse a lo perdido.
Habitualmente, la gente no quiere ser parte del proceso pero sí del resultado. El proceso es donde descubres quien merece ser parte del resultado.
Y es cierto que en muchos momentos llegará hasta asfixiarte la soledad de la toma de decisiones porque no es fácil saber si nuestras actuaciones van a tener un resultado eficaz.
La soledad es el espacio de tiempo que queda entre el proceso de cambiar a las personas incorrectas por las personas correctas. Nunca tendremos a gente perfecta a nuestro lado, ni nosotros mismos lo seremos jamás. La clave de una buena dirección está en reconocer los defectos del otro y preguntarse sinceramente si uno puede tolerarlos sin estar todo el tiempo protestando, y hacerles ser productivos a pesar de ellos.
Actuando sin miedo. Y si tienes miedo, hazlo con miedo. Todo lo que siempre has querido está al otro lado del miedo
Y sabiendo manejar el tiempo. El tiempo es la manera de medir nuestros compromisos.
Sé que es más cómodo pensar que esto es tarea de cada uno. Pero la comodidad es el cementerio de la conciencia.
Y es una labor de todos.
Un proverbio sufí reza así:
“Si el grano de arena toma conciencia de estar unido a los demás granos, puede hacerse inmenso como el desierto”.
Así debe ser su equipo.