Estamos en plena crisis del desamor. Muchas veces ya ni el amor se hace amando, ni el trabajo se hace con pasión.
Es cierto que “Trabajo” viene del latín trepaliare, una expresión popular que hace referencia a la acción de torturar con un tripalium, tres palos cruzados a los que se ataba al reo. ¿Mal comienzo no?
El ser humano se diferencia de los animales en que tiene consciencia de sí mismo. Y por ello a sus acciones le deberían seguir comportamientos que le hicieran luchar por cerrar la brecha eterna entre lo que tiene y lo que quiere. Y el trabajo es un medio, que no un fin, para que con nuestro esfuerzo y razón lleguemos a nuestros objetivos.
Ningún otro ser vivo tiene que trabajar para sobrevivir. Sólo luchar para alimentarse día a día, que ya es tarea. Pero si bien es cierto que tendríamos que desarrollar esa razón, hay trabajos que no permiten hacerlo, ya que debido a su automatismo, rutina y monotonía se desocupan de la razón y simplemente robotizan la tarea, y acaban siendo más un castigo, ya que a la mitad del humano, la de su consciencia la dejan sin realizar.
Y ahí es cuando se empieza a vivir para trabajar y no a la inversa. Cuando nos limitamos no a vivir sino a sobrevivir. El punto en que tenemos que dejar de ser felices para ser simplemente productivos.
Pero incluso peor es no tener trabajo. Caes en el paro. Y el trabajo pasa de castigo a recompensa, ya que el paro se convierte en un ocio impuesto y nada enriquecedor.
Y así es como hemos creado instituciones que necesitan que el hombre trabaje no para cubrir sus propias necesidades, sino para engordar ellas las suyas. Por ejemplo, el Estado pasa de ser servidor a dueño del dinero, pasa de ser medio a fin y el hombre pasa a ser un esclavo del sistema, ya que peor que trabajar en esas condiciones es no hacerlo.
Se nos olvidó por el camino que el trabajo no es una obligación de la naturaleza, sino un derecho a mejorarse a sí mismo y a la humanidad. De ahí mi insistencia en que el que no pueda trabajar en lo que le gusta y le enriquece hará algo que acabará por no hacerlo bien.
Y llega la enfermedad de Occidente, la depresión. El futuro es el gran tirano de nuestras vidas, ya que entre otras cosas, nos hace dejar de vivir el presente.
A veces en la vida dejamos de transitar por sus bellos caminos para meternos en un callejón sin salida. ¿Y qué es la vida?
La vida no se define, se busca y se encuentra. Es una oportunidad de gozo, no un valle de lágrimas, como a muchos nos intentaron explicar. Y hay que disfrutar de todo lo bueno que tiene y digerir sus malos momentos. El sufrimiento ayuda a crecer si es bien digerido. Si el sufrimiento no controla los sentimientos se vuelve en resentimiento
Y para ello hay que instalarse en la claridad. A mayor claridad, mayor conciencia, y a mayor conciencia, mayor compromiso. Lo contrario sería instalarse en la confusión, y a mayor confusión más ignorancia que nos lleva a mayor indiferencia con nosotros y con la propia vida.
La vida no es ni buena ni mala, no admite adjetivos, solo es única. Y es la que tenemos que vivir. El hombre de hoy en día muere por dejar de ser hombre e intentar ser un superhombre, intentar ser lo que no puede ser y tener lo que ni tan siquiera necesita.
Y todo ello para conseguir ese supuesto estado del bienestar y tener calidad de vida. Cuando la calidad de vida es una idiotez, porque si no hay vida no hay calidad.
Y nos enseñan a endiosar las cosas olvidándonos del corazón. El corazón, al paso que vamos, solo sirve para morir.
Ante todo hemos de poner dirección a nuestra vida. La vida es como un taxi libre. Nos podemos montar en él, pero si no le decimos la dirección al taxista no arrancará. Y una vez que se lo haya dicho, no se lo repita veinte veces, ni le haga cambiar constantemente de dirección. Y verá que, aunque el resto de gente lo intente, el taxista no parará a recoger a nadie hasta que nos lleve a donde le hemos indicado.
Y posiblemente allí alguien nos esperará. O no. También podemos vivir en soledad un tiempo. La soledad es el espacio de tiempo que queda entre el proceso de cambiar a las personas incorrectas por las personas correctas
No sé de la veracidad de estas palabras que me salen del corazón. El corazón está más hecho para la duda que para la certeza.
Y, todo lo anterior, en búsqueda de la felicidad, ¿verdad? me preguntan.
La felicidad no es tener todo lo que se desea porque lo que se desea es la felicidad y bastaría con eso. La felicidad es efímera porque nosotros la hacemos efímera y no nos instalamos confiadamente en la felicidad.
La felicidad no es una pasión, es un resultado. Y hay buscarla con inteligencia. El ser humano maneja la inteligencia y la pasión, y últimamente me fio más de la pasión. La inteligencia aleja al hombre del animal y cada vez veo más animales felices. Aunque sea una felicidad ignorante.
Hace tiempo que ya no busco fuera los valores eternos, la felicidad, el amor… No se puede andar por las esquinas buscando el amor porque a lo único que te lleva es al insomnio y la resaca. Veo mejor acercarme a la serenidad, estar en tu sitio y dando el perfil que se nos exige dar. No se puede llegar a la serenidad sin lucidez, que no está reñida con el apasionamiento, entregado a la vida.
Afuera no hay nada. La felicidad está dentro, y si entráramos dentro de nosotros nos daríamos cuenta. Entrar en el uno que es, no queriendo crecer a la fuerza, no siendo lo que no podamos ser, sabiendo nuestras fortalezas y sobre todo nuestras debilidades, no queriendo ser superhombres sino desarrollar con esfuerzo simplemente los talentos que tenemos para que así florezcamos, fructifiquemos y maduremos. La vida es nuestra aliada.
Y la expresión de la felicidad y la serenidad es la alegría, pero no de risas, sino de sentirse vivos, de ser vivientes y no vividores. El humor es como esa salsa que enriquece las comidas secas y, como el amor, es una muleta para caminar por la vida
Y la alegría de vivir la estamos matando todos, ya que elegimos el poder, la fuerza, la fama, y la alegría no es buena compañera para eso. Y eso es falta de vida, rutina de la vida, que nos lleva al aburrimiento. No se puede hacer automática la vida, ni el amor, ni el trabajo.
La gente nunca quiere ser parte del proceso, quiere ser parte del resultado. Sin embargo, es en el proceso donde descubres quién merece ser parte del resultado.
Feliz proceso