Es verdad que toda empresa tiene que dar beneficios, pero todo beneficio tiene que tener un propósito. Si el propósito es sólo y exclusivamente ganar dinero, no se extrañe tener mercenarios en su organización. No es verdad que uno recoge lo que siembra, sino las consecuencias de lo sembrado. Si siembra semillas, no recoge semillas.

Uno de los problemas de la vida es que cuando te faltan las cosas esenciales de la misma acabas buscando refugio en el éxito. Distinto a la excelencia. El primero es adictivo ya que siempre quiere más, vive en un mundo de cantidad y con tal de conseguirlo fácilmente se cae en la corrupción.

El éxito, como el poder o el dinero, tienen la innegable fuerza de provocar el silencio acrítico de sus colaboradores. Y este tipo de gente olvidó que si bien uno se gana la vida con lo que obtiene, la celebra con lo que da.

Ganarse la vida, crearse su vida y celebrar la vida. Tres pasos en los que debemos ir avanzando.

Hágase la siguiente pregunta.

¿Qué prioriza en su vida, la cantidad, la calidad o la calidez?

Dependiendo de su respuesta anterior, vivirá para afuera, para adentro o atrayendo a la gente como un imán y, según su elección,  su actitud será acumulativa (obsesionado por el  tener), cualitativa (creciendo en su ser) o contributiva y colectiva (avanzando hacia el “somos”)

Si su decisión es vivir la vida bajo la primera respuesta (CANTIDAD)  la vida será un problema a resolver y no dependerá alcanzar la felicidad sólo de usted, ya que su meta se ceñirá a ganar para tener, mantener y no perder.

Siempre verá al prójimo como un competidor y rival con una búsqueda permanente de su exclusivo beneficio, aunque sea a costa del otro y no cesará de dar consejos a los demás hablando con autoridad y creyéndose dueño de lo que tiene y ha conseguido.

Y dando prioridad siempre a lo urgente ya que podría perder los trenes que pasan por su vida.

En definitiva, acabará con una patología del individualismo y egoísmo  y un concepto de la soledad como aislamiento.

Pero le será difícil alcanzar la felicidad. Usted querrá, pero dado que la vida es un problema a resolver serán los otros (familia, jefes, compañeros, amigos…) a los que culpará por no alcanzarla pues siempre le molestarán en su empeño por obtenerla. Y se limitará a ganarse la vida.

Vamos avanzando. Si su respuesta a la pregunta era con CALIDAD, se habrá producido un gran avance.

La vida será ahora una oportunidad para crecer, y su meta dar y recibir con el fin de aprender.

Verá ya al prójimo como un compañero, tratando de obtener un bien común y no dando consejos sino compartiendo experiencias.

Comenzará a hablar con humanidad a sabiendas de que lo que posee no le corresponde como  dueño, sino más bien como administrador de lo que tiene y ha conseguido. Y dará prioridad siempre a lo importante.

Su actuar pasará de ser individualista a comunitario y los momentos de  soledad le valdrán para un crecimiento personal, poniendo sol a su edad, sea la que sea.

Y su felicidad no será ya tener o alcanzar mucho o más cosas sino ser mejor persona enriqueciendo a los demás con su propio crecimiento personal. Será el creador de su propia vida.

Podríamos pensar que con esto ya es suficiente.

Pero me gustaría reflexionar qué pasa cuando optamos por la tercera de la respuesta, elegir la CALIDEZ.

En este supuesto, la vida pasa a ser un continuo misterio a descubrir.

Todas aquellas personas que aman lo que hacen acaban siendo investigadores de su tarea. Los que lo hacen porque no les queda otro remedio, simplemente llegan a ejecutores.

Empezará a celebrar su propia vida. Y la meta es hacer especial todo lo que hago, no hacer cosas especiales. El amor estará siempre presente y a cada momento, irradiando e iluminando el camino a los demás, no brillando su ego con luz propia.

Es en ese momento cuando el otro pasa a ser un hermano, y lo que le pasa a él, me pasa a mí.

Su búsqueda será un continuo crecimiento interior. Y no es ni fácil ni cómodo.

Si tira una moneda a una piscina y deja que llegue al fondo, al bucear a buscarla notará esa presión y tensión. Le darán ganas de abandonar y salir a la superficie, a la superficialidad.

Pero la recompensa está en el fondo, en la profundidad.

Aunque al principio le duela la cabeza. Y pasará de dar consejos o compartir experiencias a ser ejemplo para los demás, logrando la integridad y coherencia entre lo que piensa, lo que siente y como actúa.

Es ahora cuando los valores se encarnan dentro de usted y pasan a ser virtudes, llevándolas a cualquier sitio y la generosidad, el agradecimiento y la gratitud pasan a ser sus compañeros de viaje.

Y de dueño o administrador entenderá que somos co-creadores de nuestra vida y de las que nos rodean, poniéndonos a su servicio y estando presente aquí, ahora y en este momento de las actuaciones que realice, con una actitud contributiva con el fin de ayudar al crecimiento personal de su entorno.

La soledad será ahora un maravilloso momento elegido para encontrarse con uno mismo no mirando hacia arriba, abajo, derecha o izquierda sino dentro de su ser.

Y habiéndose respondido a las preguntas de quien soy, para qué estoy y adónde voy, llegará a la comprensión de su ideal y misión en la vida.

Si usted tiene en su misión ya sea personal o profesional  dirigir personas, le recomiendo la lectura de este cuento anónimo. Y saque sus propias conclusiones…

En una subasta pública, ante una asistencia superior a los 300 compradores se subastaba  un viejo violín, el cual se mostró sucio, lleno de polvo y con las cuerdas flojas; al momento de exhibirlo el rematador fijó la base inicial y solicitó al público sus ofertas, se levantó una primera mano y ofreció un 10% más, después de una segunda y una tercera oferta triplicó su valor y ya nadie propuso más.

El subastador estaba a punto de adjudicarlo cuando de pronto un hombre de edad avanzada pidió su consentimiento para revisar el violín. Al no haber mejor oferta solicitó permiso al público para probarlo, el cual no tuvo objeción alguna.

El anciano subió al estrado, tomó el instrumento entre sus arrugadas manos, con su pañuelo lo limpió, tensó las cuerdas y empezó a ejecutar una maravillosa melodía de Vivaldi.

En 10 minutos el salón de subastas se convirtió en sala de conciertos y el público extasiado escuchaba atentamente; cuando el anciano dio por terminado su concierto y devolvió el violín, el subastador, todavía aturdido, volvió a preguntar al público: ¿quién da más…? a la una, a las dos… y de pronto una voz gritó un valor diez veces mayor,  y otra más duplicó la oferta y así se sucedieron varias propuestas más, hasta que finalmente se adjudicó a la mejor oferta que fue 100 veces mayor al último valor propuesto antes de que el anciano tocara el instrumento:

¿Cuál fue la diferencia entre un valor y otro? Sin duda fue el Maestro que con su magnífica ejecución mostró el verdadero valor del viejo violín.

Así, el líder de Excelencia en comparación a un líder mediocre, puede lograr hacer que cada uno de sus seguidores cobre su auténtico valor, ya que maestro no es aquel que enseña al otro lo que no sabe, sino que hace de él lo que debe llegar a ser.

Así se distingue a los líderes genuinos que transforman gente ordinaria y aparentemente sin valor en seres superiores, que hacen de su propia vida una obra magistral y extraordinaria.

Todo un reto, ¿verdad?