Ya he dicho en numerosas ocasiones que me contratan las empresas para desarrollar habilidades directivas y resolver conflictos del personal e insisto en que todos los problemas, desde la empresa más grande a la pequeña empresa, están basados en la envidia, la soberbia y la falta de humildad del personal. Luego se revisten de tecnología, comunicación, procesos y procedimientos, pero no es esa la “enfermedad” que hay que tratar de forma primaria.
Si usted que me lee es empresario, o tiene a su cargo la responsabilidad de dirigir a un equipo, empiece ayudando a hacer libre a su gente. Si va a contratar a alguien, siga las directrices que escribió Antoine de Saint-Exupery “si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo (eso lo hace un jefe) sino que primero has de evocar en tu gente el anhelo por el mar (eso es tarea de un líder)
Y dado que esto es un foro empresarial, recomendaría a nuestros empresarios que se educaran y educaran a sus trabajadores no en el cumplimento de las normas, sino en las actitudes que conllevan valores y por consiguiente un compromiso personal.
Solo con el cumplimiento ya no vale. No eduquemos en la obediencia, eduquemos en la convicción. No tengamos gente involucrada (gente que vive por obligación), sino comprometida (sintiéndose responsable)
Lo primero que quita la libertad es el miedo. El miedo busca lo seguro, el amor te lanza a la plenitud. El miedo siempre tapa y calla, el amor abre y habla. El día que un empleado no tiene miedo a que le puedan echar, ese día no dude que estará preparado para aportar el 100% de su valor.
Porque una cosa es dar libertad imponiendo normas y otra educar la libertad contagiando valores.
Nadie discute que sus subordinados le harán caso y cumplirán las normas. Faltaría más. En caso contrario saben que serían despedidos. Pero la ilusión, el optimismo, la alegría y la pasión con que hagan las cosas eso no hay cláusula contractual que lo imponga. La entrega no se exige, se regala.
Los valores se contagian, se respiran, se adhieren… no se predican. Los valores no se imponen, son imponentes en sí mismos.
¿Qué valores se respiran en su empresa? Ya sabe que enseñamos lo que sabemos, pero contagiamos nuestra forma de vivir. Y los conocimientos no enamoran.
Y hoy, o usted y su gente enamoran o tienen que bajar precios.
Por eso cuesta tanto liderar, que no mandar. Los valores que buscamos en nuestro personal para desarrollar un alto desempeño solo los podremos obtener si los dejamos florecer del interior de cada persona. El amor y el entusiasmo con que las personas hacen su trabajo no se puede comprar.
Nunca me ha gustado eso de «Recursos humanos», porque la única manera feliz de alcanzar objetivos, resultados y fines es comenzar por Principios que valoren lo humano de los recursos. Y cada vez menos se tienen y trabajan principios y valores humanos. Sólo recursos.
Y aunque de todos es sabido que lo que hacemos afecta a los otros, lo que NO hacemos también afecta a los otros. No basta con arrepentirse del mal que se ha causado, sino también del bien que se ha dejado de hacer.
Y algunos valores tienen que estar presentes en su equipo o empresa para que de verdad transmitan esa ilusión y pasión por la tarea bien hecha.
Hoy me quiero centrar en tres de ellos, la humildad, el agradecimiento y la generosidad.
El perfume de una vida plena es la HUMILDAD. Hay gente que encandila, pero no mira a nadie porque solo quiere brillar ella. Otra gente tiene luz interior y la contagia con su actitud y atrae a los demás. El magnetismo de una persona se basa en su humildad. De nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.
Y por eso hay que mirar dentro de uno mismo. Cuando estoy en mi centro, tengo vivencias y elijo el poder del amor y sé compartir, cuando salgo a la periferia sólo sobrevivo y opto por el amor al poder, a querer controlar todo y competir. Toda la oscuridad del mundo no puede apagar una vela. A la oscuridad no se la combate con guerras, sino con la luz que podamos aportar desde nuestro interior.
En la medida en que trabajemos sobre nosotros, mejoraremos nuestros vínculos con los demás, que es la clave si tenemos que trabajar en equipo.
La humildad es el valor clave. Yo me pongo en el papel del otro y me pongo en disposición de aprender de cualquier ser humano. Ayuda a integrar el saber colectivo para un fin superior y que merezca la pena.
Y la humildad lleva al AGRADECIMIENTO. Como agrado del ser, no como cortesía. O soy agradecido o no soy agradecido. O se es agradecido o se vive instalado en la queja. Dime cuanto agradeces y te diré cuanto aprendiste a vivir. Si vives agradeciendo, las personas se te acercarán. Si vives en la queja, se alejarán. El agradecimiento es la memoria del corazón
Y la humildad y el agradecimiento hacen que brote en nosotros la GENEROSIDAD. Es distinto al respeto. El pegamento del grupo humano es la generosidad. La generosidad acerca, el respeto no (cada uno queda en su lugar). Evalué el funcionamiento del grupo humano en orden a la generosidad de éste (ayudará a superar las crisis). Y prémielo.
La vida es una cuestión de argumentos. Argumentos para aguantar el esfuerzo de poder alcanzar cualquier meta. Las dos incapacidades más habituales son la incapacidad para mantener el esfuerzo y la incapacidad para aplazar la recompensa.
Muy pocos logran llegar a sus objetivos, y los que lo consiguen quieren más, quedando atrapados en el sistema, para mantener lo que tienen y seguir ambicionando nuevos logros (los que salen en las revistas)
Esto es lo que pretende la sociedad de consumo. Confundir la felicidad (vivir con plenitud tu ideal y misión en la vida) con el placer.
El placer provoca adicción, la adicción querer más, lo que conlleva a la vida cuantitativa, a la acumulación, desembocando en la corrupción.
Y cuando esos valores se encarnan en nosotros, se transformarán en virtudes alcanzando nuestra libertad.
Si la libertad no está en función de la unidad, caemos en el INDIVIDUALISMO (el veneno de la conciencia colectiva). Si la libertad no está en función de la generosidad, caemos en el EGOISMO (el veneno de la conciencia personal)
No es hacer lo que tienes que hacer, es dar SENTIDO a lo que haces. Sumando HABILIDAD Y PROFUNDIDAD. Trabajemos nuestro interior antes que el exterior.
Como escribió mi admirado Eduardo Galeano:
“Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo, y la misa más que Dios”