Coherencia es hacer lo que se supone que debe hacer según la expectativa que los demás tienen de usted. Es una actitud más hacia el afuera.
Congruencia significa que mis actuaciones están de acuerdo o en armonía con lo que pienso, digo y hago. La congruencia viene marcada por mí y lo que quiero ser. Es una actitud hacia dentro.
Esta explicación hace que entienda, aplicando la buena fe, la de “jefecillos” que hay coherentes (sus subordinados poco esperan de ellos) y congruentes (sólo piensan, dicen y actúan pensando en su propio beneficio) en nuestras empresas.
También es cierto que hace más ruido un árbol cayendo que cien creciendo, ya que cada vez más, hay excelentes “líderes” que entienden el ejercicio de su mandato como servicio y no como simple poder. Y me consta porque a ello me dedico y lo aprecio con frecuencia.
No se trata de mover y ser motor de los demás (eso está bien para las jefaturas) sino imán que atraiga al ajeno elevándole en el horizonte de su visión, porque el horizonte solo está en los ojos del que mira. No es cuestión de brillar, sino de iluminar el camino a los demás.
El disolvente del miedo es la confianza y no podemos establecer vínculos y relaciones efectivas, ni personal ni profesionalmente, si no existe confianza entre los miembros de un equipo.
El miedo siempre tapa y calla, la confianza abre y habla. Y así podremos comenzar a apasionarnos en nuestro quehacer diario. Si se propone algún día mandar con dignidad, debe servir con diligencia. Y con pasión.
La pasión la nota todo el mundo pero su ausencia también.
Liderar no es sólo tener conocimientos de habilidades para mandar, que son necesarias bien aplicadas, es vivir con un compromiso personal ante la vida.
El liderazgo hacia los otros es el reflejo del liderazgo hacia uno mismo. Si usted no lidera su propia vida, se podrá hacer el líder, y creer que lo es por su cargo, pero eso no tiene nada que ver con el liderazgo.
El líder promueve, no mueve. ¿Y cómo promuevo al otro?
Haciendo que el otro saque su propio liderazgo. El líder edifica con la palabra, educa al otro con la reflexión, y escucha atentamente con el corazón (no con el oído). La mejor manera de convencer a alguien para que haga algo es lograr que quiera hacerlo.
Y el liderazgo solo se alcanza por el compromiso personal. No hay recetas mágicas
Y menos si le prometen que es tarea fácil de conseguir en capacidades y tiempo.
Haga una prueba. Si ve un libro titulado “Ser líder en una semana” seguramente lo compraría si tuviera interés en conseguirlo. Si viera otro cuyo título rezara “Consiga ser un líder en 30 años de trabajo y dedicación” no creo que le hiciera caso. Pero le aseguro que me fiaría más del segundo que del primero.
La urgencia es un calmante temporal que se usa en exceso en nuestra sociedad.
¿Y qué calma? La angustia provocada por la brecha que se abre entre la brújula y el reloj.
Aunque son parecidos, el reloj marca el tiempo mientras que la brújula orienta la dirección. El problema que tenemos es que estamos en la cultura del reloj (no tenemos tiempo para nada y todo hay que conseguirlo ya) y la brújula la metimos en algún lado tapada por un montón de cosas que no son importantes y no la encontramos… Lo más importante de un primer paso no es la distancia recorrida, sino la dirección.
Ante la cultura de la urgencia, de mirar el reloj, prioricemos lo importante, mirar antes nuestra brújula para saber dónde estamos. Pensar sentado es difícil, pensar corriendo es más difícil todavía.
En un artículo no me puedo extender tanto como en una conferencia o seminario, pero le pido que analice las siguientes reflexiones porque le podrán ayudar a progresar en la consecución de sus objetivos.
- Desarrolle más sus talentos y habilidades. Entrenando se consiguen resultados .Todos tenemos más capacidad de la que estamos usando.
- Comprométase a un poco más de lo que cree que puede. El compromiso a coste cero no es compromiso.
- Intente cosas que aún no ha hecho. Puede ser excelente en cosas que aún no ha intentado
- Quien planifica sobre lo que quiere tiene más opciones de conseguirlo. Primero imagínelo. Si no es imposible.
- Tenga actitud libre. No se desanime. El resultado no depende de usted, la actitud sí. Analice lo que va pasando, sea responsable, no culpe al entorno y tome distintas decisiones. ¿Qué tiene que hacer distinto para que pasen las cosas? No se pregunte… ¿por qué a mí? Eso es victimismo
- No se puede llenar algo que está lleno, sí algo que está vacío. Siempre se puede aprender más. No es posible crecer con orgullo. Hay que desaprender para aprender. Sea humilde.
- Avanzamos más rápido desechando lo que tenemos que nos estorba que desarrollando lo que nos falta.
- Aplique el principio del boxeador. Es mejor dar que recibir. Hay que sembrar para recoger.
- Pregúntese ¿si hago esto, cual es la consecuencia lógica que va a pasar? Pero no pare de preguntarse ¿y si no lo hago? Todos sabemos cuáles son las consecuencias de hacer o no hacer una cosa.
Y si dirige personas, sea muy, muy generoso elogiando públicamente a los empleados que se esfuerzan un milímetro más de lo necesario en hacer un trabajo insignificante particularmente bien. Lo pequeño importa y mucho. Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no darlo.
Y no olvide. Siempre con actitud positiva y disciplina.
La motivación nos impulsa a comenzar y el hábito nos permite continuar