La vida tiene poco que ver con lo que estás haciendo, y mucho que ver con lo que estás siendo mientras lo haces. No se es mejor persona sabiendo más, se es mejor persona siendo mejor. Los conocimientos no enamoran. La forma de ser y la actitud es lo que contagia.

De todos es sabido que los antiguos griegos iban a preguntar sus dudas al Oráculo de Delfos. Allí había unas piedras con una inscripción “Conócete a ti mismo”. El secreto de la sabiduría y la felicidad radica en el conocimiento propio, o quizá en el reconocimiento de lo que no somos. Todos sabemos explicar al ajeno en qué trabajamos pero es difícil definirles quienes somos. Si uno no encuentra dentro de sí mismo lo que busca, difícilmente lo podrá hacer fuera.

Cuando comienzo a trabajar con una nueva empresa, intento explicar a sus dirigentes que me importan aquellas organizaciones cuyos dirigentes usan el negocio para hacer crecer a las personas, no los que usan las personas para hacer crecer sus negocios. Ya sé que los negocios siempre deben tener beneficios, pero los beneficios siempre deben tener un propósito. Más que metas u objetivos (que no dependen de nosotros conseguirlos), hay que vivir con propósitos (que esos sí están y viven con nosotros)

Por eso, y sabiendo de la necesidad de los beneficios en una empresa, más importante que hacer bien el trabajo es tener buena gente que trabaje. Sólo los buenos sentimientos nos unen, jamás el interés logró vínculos sanos y estables.

Y por eso soy un defensor de la alegría en la vida y por ende en el trabajo. Si tu trabajo no te divierte, tendrás que trabajar muchísimo para poder divertirte. Y un propósito que todo empresario debería luchar por él es que su gente estuviera alegre en su trabajo, a sabiendas que no todo depende del dirigente.

La alegría es un sentimiento de consciencia (uno es alegre). El placer es un estado emocional (uno siente placer). Ser alegre es una decisión propia y existencial. Tener placer es un acto externo y momentáneo. ¿Sera que nuestra sociedad necesita para su consumo gente placentera y no alegre?

Pero en muchas ocasiones nos quedamos simplemente en la parte visible cuando lo que da respuestas a nuestras preguntas es ahondar en la zona invisible del ser humano. Debemos aprender a mirar más allá de lo evidente, profundizar y sentir con el corazón.

Lo más importante está compuesto por los intangibles. Sin embargo cuánto nos fijamos en qué coche tiene el otro y que poco en cómo es el conductor.

Vivimos en un mundo de respuestas que ha olvidado sus preguntas. Somos muy dados a enseñar pero nos cuesta aprender. Cuando alguien obtiene un título parece que ya solo piensa en enseñar, y se nos olvida que siempre tenemos que seguir aprendiendo. La enseñanza es el medio, el aprendizaje el fin. Decía Alejandro Dumas que cómo era posible que siendo tan inteligentes los niños la mayor parte de los adultos sean tan estúpidos. El recorrido de niño a adulto se basa en la educación recibida. Habrá que revisarla. Asombro significa sin sombra. Con plena luz. Los seres más felices son los niños porque se asombran por todo. Cuando alguien me dice «ya no me asombro por nada» sé que hablo con un amargado.

Que además tiene la responsabilidad de dirigir a otras personas. Y no por comprar un piano eres pianista, ni por tener un hijo un padre o madre ni por dirigir un equipo un líder. El primer paso para ser líder es vivir con ese propósito. Tenerlo claro. A mayor claridad, mayor conciencia, y a mayor conciencia mayor compromiso. Y a mayor confusión, mayor ignorancia, y a mayor ignorancia, mayor indiferencia

Sabiendo afrontar los conflictos que seguro que llegarán. Desde pequeños nos deberían enseñar que el secreto para una buena convivencia, laboral o personal, es cómo llegar a un acuerdo cuando estemos en desacuerdo. Cuando la emoción está alta, la inteligencia está baja. La salud de una convivencia es directamente proporcional a la posibilidad de decir lo que nos pasa. Para familia y empresa. Igual da. Pero hay que hablar, dejar hablar y sobre todo escuchar. Y más que lo que se dice, lo que no se dice.

Dirigir y liderar personas es ciertamente complejo. Se soluciona cuando uno empieza a entender que liderar es ayudar a los demás, ponerse ante todo a su servicio. Si de verdad quieres sentirte mejor, antes de leer un libro de autoayuda prueba a ayudar a alguien. Dará mejores resultados.

Y no hay que preocuparse por las críticas de los demás. Criticar es poner palabras a la envidia. Si te va bien, alguien te va a criticar. Por tanto el problema es que nadie te critique

Por muchos riesgos y adversidades que ello conlleve. En la vida siempre hay un riesgo. El riesgo de tomar decisiones o el riesgo de no tomarlas. Sólo los que eligen la primera opción podrán crecer personal y laboralmente. La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la comodidad habrían permanecido dormidos. Y cuanto peor estamos, más milagros pedimos. Y cuando mejor nos encontramos, más milagros producimos. Sin embargo cada vez más me doy cuenta que la gente quiere cambiar su vida pero no quiere cambiar de vida. Y eso no funciona.

Recuerdo que una vez me contaron lo siguiente:

Imagina la vida como un juego en el que estás haciendo malabares con cinco bolas en el aire. Le podríamos llamar Trabajo, Familia, Salud, Amigos y Espíritu, y las estás manteniendo todas en el aire.
Pronto te darás cuenta de que el trabajo es una bola de goma. Si la dejas caer, rebotará.
Pero las otras cuatro bolas (familia, salud, amigos y espíritu) están hechas de vidrio. Si dejas caer una de ellas, serán irrevocablemente rayadas, marcadas, cortadas, dañadas o incluso se harán añicos. Nunca volverán a ser las mismas. Debes de entender esto y luchar para que nunca se caigan.
Trabaja de manera eficiente en las horas laborables y sal en hora. Dedícale el tiempo necesario a la familia, a los amigos y descansa bien.

El valor tiene un valor, sólo si su valor es valorado.

Estamos en un mundo que acorta distancias pero no crea cercanías. ¿Será que uno de los grandes problemas de hoy es la multiplicación de los medios y la confusión de los fines?