Javier: Santiago, hoy me gustaría que exploremos a fondo varios aspectos que has mencionado últimamente. Sé que sientes que estás atravesando una etapa difícil, con muchas emociones mezcladas, decisiones por tomar y una sensación persistente de estar estancado.

Santiago: Sí, Javier. Es como si estuviera atrapado en una especie de bucle. Por un lado, quiero cambiar, crecer, avanzar… pero por otro, me paraliza el miedo a equivocarme. Y a veces ni siquiera sé qué quiero realmente. Me cuestiono todo.

Javier: Lo que estás viviendo tiene que ver con una etapa muy común en los procesos de crecimiento personal: el despertar del autoconocimiento. El sufrimiento por sí solo no genera crecimiento. Lo que realmente transforma a las personas es la lucha por superar una adversidad. Y esa es justamente la lucha que estás emprendiendo ahora. Muchas personas piensan que conocerse a uno mismo es algo natural, pero en realidad es un proceso profundo, que requiere confrontar nuestras propias creencias, emociones y decisiones.

Santiago: Siento que si no me entiendo a mí mismo, no voy a poder avanzar en nada.

Javier: El autoconocimiento es y siempre será lo que nos ayude a definir nuestro camino y expandir nuestras cartografías del Ser, de adentro hacia afuera. Eso es lo que estamos haciendo aquí: redibujando tus mapas internos para que puedas caminar con más claridad… La excelencia no es privilegio del superdotado, sino del auténtico ser humano que se ha comprometido con la vida. Conocerte es comprometerte con tu propia vida. Vamos a partir de una pregunta clave: ¿cuáles son las creencias que sostienes sobre ti mismo? A veces no nos damos cuenta, pero hay frases internas que repetimos como verdades absolutas: “no soy suficiente”, “no puedo con esto”, “siempre fracaso”, etc. ¿Te resuena alguna?

Santiago: Muchas… especialmente la de “no soy suficiente”. Siempre estoy comparándome con otros, sintiendo que no estoy a la altura. Eso también me lleva a evitar decisiones importantes, como cambiar de trabajo o salir de una relación que ya no me hace bien.

Javier: Esa sensación está profundamente ligada a la autoestima. La autoestima es un ingrediente determinante de nuestra sintonía interior, de nuestra seguridad y de nuestra disposición ante la vida Esa creencia es una de las más comunes y también de las más limitantes. La felicidad es la emoción que nos recorre cuando podemos mirarnos sin sentir vergüenza de quienes somos. La clave no está en compararte, sino en reconocerte sin juicio, con compasión. Cuando la incorporamos como parte de nuestra identidad, todo lo que hacemos se ve afectado por ese filtro. El primer paso es identificarla, como acabas de hacer. El segundo, es cuestionarla: ¿de dónde viene esa idea? ¿Quién te hizo creer que no eras suficiente?

Santiago: Probablemente de mi infancia. Siempre sentí que debía demostrar algo para que me valoraran. Era como si el amor dependiera de lo que lograra, no de quién soy.

Javier: Eso que describes es fundamental. Has ligado tu autoestima al rendimiento. Pero la autoestima saludable se basa en la aceptación incondicional de uno mismo. Vamos a trabajar en reconstruir ese vínculo contigo desde un lugar de valor propio, más allá de lo que haces o consigues.

Santiago: ¿Y cómo se hace eso, Javier? Porque por más que me lo diga, siento que no me lo creo.

Javier: Es normal. A veces el cambio empieza no tanto por el pensamiento, sino por la acción. Y desde ahí se transforma también la emoción. El amor a uno mismo es la base para poder crecer personalmente y la clave espiritual, necesaria y vital, para poder amar genuinamente a los demás. Primero contigo. Luego con el mundo. No se trata de repetir afirmaciones vacías, sino de acompañar ese cambio de pensamiento con acciones concretas. Por ejemplo, cada vez que logras algo, en vez de pensar “pero no es suficiente”, puedes empezar a reconocerlo como un paso valioso. Y además, atreverte a tomar decisiones alineadas con tu bienestar, incluso si sientes miedo.

Santiago: Ahí está otro gran tema para mí: la toma de decisiones. Me cuesta muchísimo, sobre todo cuando implican cambios grandes.

Javier: Lo entiendo. Decidir implica elegir y también perder algo. Pero quedarse inmóvil también es una decisión. Si estás esperando un milagro para que se resuelva tu vida, esperarás el resto de tu vida. El cambio necesita compromiso. Tomar decisiones implica asumir responsabilidad y renunciar a otras opciones, lo cual activa muchas inseguridades. Pero cada decisión es también una oportunidad de autorrespeto. Cuando decides en función de lo que necesitas y no de lo que otros esperan, comienzas a afirmar tu identidad.

Santiago: Entonces, ¿hay que aprender a tolerar ese miedo?

Javier: El miedo no desaparece, pero cambia de lugar cuando le das un sentido. Por ejemplo, el miedo a dejar una relación puede convivir con el deseo de recuperar tu paz interior. En vez de paralizarte, puedes usarlo como señal de que esa decisión es importante.

Santiago: Me gusta cómo lo planteas. Porque muchas veces espero a “no tener miedo” para decidir, y eso nunca llega.

Javier: Así es. El coraje no es la ausencia de miedo, sino la acción a pesar de él. Y aquí entra otro elemento clave: la gestión emocional. ¿Te has dado cuenta de cómo tus emociones influyen en tus decisiones?

Santiago: Totalmente. Hay días en que todo me parece posible, y otros en que solo quiero desaparecer. Me cuesta regular ese vaivén emocional. Puedo pasar de la euforia al agotamiento.

Javier: Eso es muy común cuando no se ha desarrollado una inteligencia emocional sólida. La angustia y la ansiedad son emociones que pueden paralizarnos si no aprendemos a controlarlas. Por eso trabajamos en entenderlas, para que dejen de controlarte a ti. Te propongo trabajar en tres ejes: identificar lo que sientes, aceptarlo sin juicio, y actuar en consecuencia. Muchas veces tratamos de negar o controlar lo que sentimos, en lugar de entender qué nos están diciendo nuestras emociones.

Santiago: ¿Y cómo se identifica una emoción? Porque a veces ni siquiera sé si estoy triste, ansioso o enojado. Solo siento una especie de nudo en el pecho.

Javier: Esa desconexión emocional tiene raíces profundas, pero se puede revertir. Puedes empezar con una herramienta simple: llevar un registro diario donde anotes situaciones y cómo te sentiste. Con el tiempo, verás patrones. Y eso te permitirá anticipar reacciones y desarrollar estrategias de autorregulación.

Santiago: ¿Y eso me ayudaría también con la ansiedad?

Javier: Muchísimo. La ansiedad muchas veces surge por sentir que no tenemos control. Pero al conocerte mejor emocionalmente, puedes detectar qué pensamientos alimentan esa ansiedad. Y entonces trabajar en modificar esas narrativas internas.

Santiago: Lo que me pasa es que tiendo a pensar en lo peor. Me armo películas catastróficas y después no puedo salir de ahí.

Javier: Eso se llama “anticipación negativa”. Es una forma de ansiedad cognitiva. Pero si en lugar de quedarte en el miedo, te haces preguntas más constructivas —por ejemplo, “¿qué puedo hacer ahora para prepararme mejor?”, o “¿qué evidencia tengo de que esto va a salir mal?”—, vas desmontando esos pensamientos. La clave no está en evitar pensar, sino en pensar diferente. Lo importante es no quedarse atrapado en la mente. El miedo siempre dice: calla y tapa; en cambio el amor dice: habla y abre. Hablemos, entonces. Abre tu historia, para que ya no sea ella la que te encierre.

Santiago: Javier, también me pasa que me siento muy solo en todo este proceso. Recientemente pasé por una ruptura amorosa y, aunque sé que era lo mejor, siento un vacío enorme.

Javier: El duelo emocional es un proceso natural y necesario, Santiago. Ya sea por una ruptura, una pérdida o un cambio importante, necesitamos atravesar ese dolor, no evitarlo. Validar lo que sientes, permitirte llorar, hablar de ello… todo eso es parte de sanar. Cuando uno pierde a alguien no solo pierde todo lo que fue, también pierde lo que no fue. Es normal que duela también lo que imaginaste, lo que soñaste, lo que no llegó a ocurrir. Esa parte también merece ser llorada.

Santiago: Pero a veces me siento débil por no poder “superarlo” rápido. Como si me estuviera quedando atrás.

Javier: No estás quedando atrás, estás honrando una experiencia importante. El optimismo nos ayuda a luchar sin desmoralizarnos contra las adversidades. El simple hecho de buscar apoyo y entender tus emociones ya habla de tu fortaleza. No hay un tiempo estándar para el duelo. Cada persona necesita su ritmo. Y cuanto más genuino seas en ese proceso, más preparado estarás para lo que venga después.

Santiago: ¿Y cómo saber si estoy avanzando o estancado?

Javier: Observa si poco a poco puedes mirar hacia el pasado con menos dolor y más comprensión. Si empiezas a reconstruir nuevas rutinas, nuevos vínculos, nuevas ilusiones. El duelo se transforma, no desaparece. Y cada paso, por pequeño que sea, es valioso.

Santiago: Es que todo esto se me junta. A veces siento que estoy trabajando en tantas cosas a la vez que me agoto.

Javier: Eso es parte del crecimiento personal también: aprender a dosificar los procesos, a priorizar. No tienes que resolverlo todo de golpe. Puedes ir abordando cada tema a su tiempo. Y permitirte descansar también es parte del trabajo.

Santiago: Me ayuda mucho hablarlo así contigo. Porque antes lo veía como una montaña imposible, y ahora empiezo a notar caminos posibles.

Javier: Ese es el objetivo del proceso terapéutico: ayudarte a verte con nuevos ojos. Santiago, todo lo que estás viviendo no es una señal de debilidad, sino de transformación. Estás cuestionando, sintiendo, decidiendo… y eso ya es un acto de fortaleza enorme. Me impresiona cómo estás sosteniendo este proceso. Estar bien formados nos ayuda a superar mejor los reveses de la vida. Y tú te estás formando emocionalmente, aprendiendo a enfrentarte a tus miedos con coraje.

Santiago: Gracias, Javier. De verdad. Por escuchar, por guiar, por no juzgar. Siento que por primera vez estoy empezando a conocerme de verdad.

Javier: Me alegra muchísimo escucharlo. Recuerda que no estás solo en esto. Estoy aquí para acompañarte en cada paso. Y sobre todo, confía en que dentro de ti hay más recursos de los que imaginas. El proceso continúa… y lo estás haciendo bien. Lo que estás haciendo no es fácil. El verdadero crecimiento no se da cuando todo está en calma, sino cuando elegimos seguir adelante en medio de la tormenta. Y eso es exactamente lo que estás haciendo hoy. Desafío es mantenerse altivo y desafiante ante la adversidad y agradecido ante la victoria… tu máxima victoria es la conquista de tí mismo.” No estás peleando contra otros, Santiago. Estás conquistando tu mundo interno.

José Pomares

pomares@josepomares.es

www.josepomares.es

+ 34 620971455