¿En qué tipo de sociedad estamos?

La codicia de un corrupto no es medible. Cada vez  querrá más. No es saciable. La aspiración es un derecho positivo que todos tenemos en nuestra justa ilusión de vivir más y mejor. La codicia es un mal que no tiene fin y conseguido por medios ni lícitos ni legales.

¿Quién educó a nuestros corruptos? Los hay de todo tipo; políticos (que miedo me dan los políticos de profesión, aquellos que solo han ejercido la política como medio de vida por y para sus familias sin conocer otro trabajo), empresarios, sindicalistas, gente “de la calle”, con sangre roja, con sangre azul.

Piense más adentro. Piense en que estamos en una sociedad con una enorme crisis de valores.

Hemos pasado de la cultura del esfuerzo al hedonismo donde el placer de los sentidos prima sobre el valor de los sentimientos.

¿Sobre qué valores nos estamos educando?

Lo único que diferencia a un buen líder de otro malo no es ni su pasión, ni su determinación, ni su compromiso, ni su esfuerzo, ni siquiera su plena dedicación.

No, son sus valores, forjados en su educación. Piense en los grandes avances tecnológicos de los dos últimos siglos. Si a la tecnología y al conocimiento no le inyectamos educación y valores podemos pasar de la música de cámara a las cámaras de gas.

La tecnología no entiende de valores. Somos nosotros los que tenemos que impregnar todas y cada una de nuestras acciones de valores éticos y positivos. Los economistas se han quedado sin respuestas (ni tan siquiera con preguntas) ante las crisis económicas.

En una potencia tan impresionante como USA resulta que se viola a un niño cada 40 segundos, hay 3 millones de presos, 11 millones de adictos y más homicidios en un año que en 11 años de guerra en Vietnam. ¿Crisis económica o de valores?

Pero nos educan para la productividad, no para la paz. Aquí a nadie le enseñan a perdonar, a amar, a llorar, a agradecer, a sentir… Gente con varias carreras y máster no sabrá jamás aplicar estos valores a sus profesiones. Y serán jefes con mucho poder pero no líderes con seguidores.

Y el día que se les acabe el poder, otro más al paro.

Nada. No aprendemos. Estoy todo el día impartiendo seminarios a empresarios y trabajadores.

A los primeros no hago más que repetirles lo mismo. Mire, en un hotel, cuando hay plena ocupación en Semana Santa no es tiempo de capacitación para sus empleados. No, es hora de productividad plena. Pero cuando por circunstancias varias baja la productividad, aproveche al máximo para formar a su personal. No hay otra salida. Y como digo constantemente, si la formación le parece cara, pruebe con la ignorancia.

Y a mis queridos trabajadores, ánimo y optimismo. Seguro que seremos capaces de salir de esta situación. Todo lo que sube baja, pero también todo lo que baja sube. Y hay que estar preparados. Los obstáculos ponen a prueba nuestros talentos. Si estamos conscientes de nuestra realidad y dispuestos a dar lo mejor de nosotros mismos, los obstáculos se nos convertirán en oportunidades donde se demostrará nuestra calidad humana.

Fórmese. Al máximo. El conocimiento será  lo que se lleve de su empresa actual y pueda aplicar y poner en práctica en cualquier otro puesto de trabajo.

Y piense que sin ilusión, pasión y optimismo no solo perderá su puesto de trabajo sino algo más importante. A sus amistades. Les acabará aburriendo. Y la audiencia perdona todo menos el aburrimiento.

Como en la época de Leonardo Da Vinci, no nos encontramos en una época de cambios. Todo lo contrario. Estamos viviendo un cambio de época. Del capitalismo al talentismo. Es un cambio de las reglas del juego. Y el talento es un bien aún más escaso que el capital.

El talento es la suma de nuestras capacidades y nuestro compromiso. No basta ya con vivir involucrados en nuestra tarea (gente que vive por obligación). Es necesario sentirnos comprometidos, sentirse responsable. Desafiarse a sí mismo.

El talento bien aplicado es la inteligencia triunfante (también hay inteligencias fracasadas).

Y la primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Tenemos talento en lo nuestro? ¿Estamos empleando bien nuestro talento? La principal causa de muchas neurosis se produce cuando intentamos alcanzar algo que uno no puede.

Vamos a una sociedad en que la persona debe desarrollarse como marca (y la persona cada vez será más importante). Es cierto que todo va muy rápido. Hoy, si no te sientes confundido es que no estás prestando atención.

Estamos pasando de negocios basados en la razón a otros basados en la emoción (y la actitud es primordial) Hay que vivir en fase beta (siempre probando) El talento no es fijo, tiene que reinventarse. Antes el pez gordo se comía al chico. Hoy el rápido se come al lento.

Por todo ello, es por lo que se hace preciso que nuestra formación continua y la actitud positiva se desarrolle al máximo, que nuestra vida profesional y personal sean equilibradas y paralelas, y que sepamos bailar con alegría e ilusión ante retos que sin duda se nos presentarán en el camino.

Todos los seres humanos tenemos un cerebro con un potencial incalculable, extraordinario.

Eso no se puede negar. Pero sí podemos renunciar a utilizarlo. Cuántas horas de gimnasio hacen falta para tener un cuerpo modelado, a sabiendas que la propia naturaleza se encargará de deteriorarlo. ¿Y cuantas horas dedicamos a ser arquitectos de nuestro cerebro?

La riqueza material no es sino tener en abundancia cosas valiosas. La riqueza mental es hacer acopio de virtudes de excelencia. Este aprendizaje continuo es el que hará de nosotros un crecimiento permanente. Al dejar de aprender, dejamos de crecer y por tanto comenzamos a envejecer. Si quiere ganar más, como le digo a mis alumnos que van “obligados” a la formación empresarial, enriquece tu mente, incrementa el capital intelectual y obtendrás mayor riqueza.

Estamos en tiempos de aprender. En los próximos años nos veremos sometidos al imperio del conocimiento. En un solo día de nuestra era se produce más información que en toda la Edad Media. El valor y la diferencia entre los triunfadores, aquellos que puedan hacer una biografía de su vida, y los mediocres, los que no tengan nada que contar ni aportar en el paso por esta tierra, está en lo que contengan sus mentes.

Crea en usted mismo. Si lo hacemos, nos exigiremos mayores rendimientos. Mayor calidad de ser y estar en este mundo. Y los siguientes que vengan, se lo agradecerán. Será su legado.

José Pomares

pomares@josepomares.es

www.josepomares.es

+ 34 620971455