No es lo mismo vivir de forma conformista que confortable. Decía Honorato de Balzac que el conformismo es el cementerio de la conciencia, ya que es la práctica del ser humano de estar de acuerdo con la vida sin confrontación, lo que hace que seamos seres que acaban de luchar por sus objetivos o que, simplemente, dejan de tenerlos.

Sin embargo, a todos nos gusta vivir una vida confortable, donde el bien ser se convierta en bien estar, y nos permita un bien hacer logrando un bien tener, y disfrutar así de las cosas de la vida, logrando nuestra excelencia personal con equilibrio, estabilidad y paz.

Nada por tanto que ver. Pero nos han inundado de ideas por la insistencia de salir de nuestra zona de confort, confundiendo al conformista con el confortable.

Reza la letra de una canción argentina que “la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja”. Lo mismo sucede con el cambio. El cambio es inevitable y por más que queramos huir de él, tarde o temprano siempre terminará por alcanzarnos.

En la cultura oriental me explicaron que ellos iban a sus templos a ofrecer, mientras que nosotros siempre íbamos a pedir. Algo parecido sucede con el discurrir de nuestras vidas, pues la mayoría de nuestros actos están centrados en evitar que algo nos pase más que a lograr que los hechos que queremos nos sucedan.

Quizá todo provenga de ese dicho tan absurdo de “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Por suerte, los hombres de las cavernas no debieron pensar así, pues en caso contrario seguiríamos viviendo en ellas.

Pero la seguridad siempre ha sido nuestro más fuerte valedor. Parece mentira que después de una pandemia no nos hayamos dado cuenta que cuando creíamos saber todas las respuestas de la vida, llega el universo y te cambia todas las preguntas. La conformidad hace que nos paralicemos, mientras que el inconformista siempre encuentra un motivo para ponerse en marcha.

Cuando trabajo en las empresas, siento vidas que funcionan en modo piloto automático, sin aspiraciones, motivaciones ni deseos de cambiar y, además, siempre quejándose. Y si tan mal estás, … ¿qué hiciste el año pasado para salir de esta situación? Nada. Conclusión; soy infeliz.

Pero la felicidad no es la consecución de un logro (cuantas veces me han dicho … si aprobara la oposición sería feliz, si la persona que me gusta me correspondiera sería feliz, si comprara esa casa sería feliz …). No. Eso da alegría y satisfacción momentánea. Pero les aseguro que conozco a notarios, casados y con casa muy infelices.

La felicidad tampoco es una cuestión de suerte (si me tocara la lotería …). La persona es el hacedor de su porvenir, de lo contrario habría una mayoría condenada de antemano por no tener suerte. Suerte es cuando la oportunidad se junta con la preparación. La vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa.

Tampoco el placer. Algunos dicen que la felicidad no existe, que solo existen momentos felices, momentos placenteros, pero no confundamos el placer con la felicidad.

El placer provoca adicción, la adicción querer más, lo que conlleva a la vida cuantitativa, a la acumulación, desembocando en la corrupción con tal de seguir consiguiéndolo ya que no es finito (¿les suena?)

Otros dicen que la felicidad es el estar bien con los demás. El estar bien con la familia, en el trabajo, en armonía, sin peleas o discusiones. Eso te hace sentir muy bien pero eso tampoco es la definición de la felicidad, pues todo sabemos lo frágil que es el estar bien, ya que no depende solo de ti.

De todos los sectores empresariales que he trabajado, sin duda donde encuentro gente más feliz es en el del voluntariado. Son (casi) los únicos que cuando hablo con ellos tienen claras las respuestas a las tres preguntas cruciales de la vida. ¿Quién soy? (mi esencia) ¿A dónde voy? (mi aspiración) ¿Para qué estoy? (mi misión).

Cuanto más claras tengo las cosas, mayor conciencia tengo, y a mayor conciencia, mayor conocimiento, y eso nos lleva a un mayor compromiso en la vida en la búsqueda de la felicidad.

Pero eso no se logra con conformismo. Hay que sentirse incómodo en la vida y saber hacerse preguntas que alteren nuestras respuestas.

Hoy, con la velocidad que lleva el mundo, si no te sientes confundido es que no estás prestando atención. Recuerdo cuando de niño me decían que “el pez gordo se come al chico”. Ahora es el rápido el que se merienda al lento.

Por eso, para salir de la mal llamada zona de confort, lo primero sería luchar por lo que todos en el fondo vivimos, que es ser felices (pero en ningún sitio se enseña eso, quizá porque no conviene).

Es más fácil culpar a la pareja, al jefe, a la sociedad o a quien sea, que analizar por qué no soy feliz.

La felicidad es el fruto de una decisión comprometida. La felicidad no es un puerto de llegada. La felicidad es una manera de viajar. No es un estado emocional. Es una actitud plena y consciente.

Y para salir de esa zona que nos va matando lentamente sin parar de quejarnos, hay tres conceptos claves para ponerse en marcha.

El ASOMBRO (sin sombra) que tiene que ver con la mente, y que a veces con el tiempo perdemos. La persona feliz se asombra de todo, un niño es feliz porque se asombra de todo y por todo. La persona que no es feliz no se asombra de nada y acaba amargada. El asombro brota de un corazón feliz.

El ENTUSIASMO (del griego en/theos, en Dios) se siente en el corazón, cuando se siente de forma plena, desde el interior. Es una sensación de plenitud interior. Esa sensación de plenitud es opuesta radicalmente al estado de “euforia” que es un estado pasajero y significa estar fuera de sí, y acaba adicto de esos momentos

La PASION es la fuerza en la acción, son las ganas de hacer, de quedar, de hablar, … lo que nos empuja a realizar o a emprender nuestras empresas, es lo que nos motiva cuando uno está bien, cuando uno es feliz

La felicidad se alcanza con el cumplimiento de tu ideal, de la huella que viniste a dejar, es el sentirse con el deber cumplido desde lo más profundo de ti mismo; eso si te hace feliz, cuando vivimos esa causa, ese valor que ninguna realidad externa puede alterar y que no tiene que ver con logros, suerte, bienestar o placer

Es el compromiso de uno a ser mejor; cuando una persona es mejor los otros se alimentan de ese bien. El bien, el crecimiento personal, nos alimenta y retroalimenta a los demás, lo que hacemos o no hacemos también lo dejamos de hacer con los demás. Cada vez que hacemos algo con empeño y dedicación nos hace sentir bien, nos hace sentir felicidad y por tanto aportamos felicidad.

Es ser agradecidos, como actitud. Como acto se llama cortesía. Aquellas personas que nos nutren nos hacen crecer, y hacer crecer y sentirnos felices es un gozo. Por tanto, un gozo es hacer bien por nosotros y por los demás, en los negocios, en las relaciones, en el plano afectivo, etc.

En mis conferencias y seminarios de empresa veo, con el mismo trabajo, tarea y jefe, a gente feliz e infeliz. Sé que el entorno no lo pone fácil en muchas ocasiones. Y hay que ayudar a las personas a conseguirlo, por su propio bien y el de la institución.

Piense … ¿Cuánto invierte en su inmovilizado y cuanto en las personas que tienen que hacer funcionar su empresa? En las compañías no existe el beneficio propio, sino el bien común.

Apueste por ellos y ayúdeles para bien de todos. Se sentirá feliz.

José Pomares

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