Tanta libertad como sea posible y tanta autoridad como sea necesaria.

Frase de San Agustín de Hipona. Si hubiera nacido en esta época sería considerado como el gran gurú del management.

Y es que si diseccionamos la frase nos daremos cuenta que primero hay que trabajar tu propia libertad añadiendo valores a la misma. Y usar la autoridad con carácter supletorio cuando se produzca un mal uso de la libertad.

Porque una cosa es dar libertad imponiendo normas y otra educar la libertad contagiando valores.

Nadie discute que sus subordinados le harán caso y cumplirán las normas. Faltaría más. En caso contrario saben que serían despedidos. Pero la ilusión, el optimismo, la alegría y la pasión con que hagan las cosas eso no hay cláusula contractual que lo imponga. La entrega no se exige, se regala.

Los valores se contagian, se respiran, se adhieren… no se predican. Los valores no se imponen, son imponentes en sí mismos.

¿Qué valores se respiran en su empresa? Ya sabe que enseñamos lo que sabemos pero contagiamos nuestra forma de vivir. Y los conocimientos no enamoran.

Y hoy, o usted y su gente enamoran o tienen que bajar precios.

Pero hay dos tipos de libertad. Una de elección, la que tiene que ver con el fin (lo que elegimos respecto a lo que quiero hacer, la que afecta a mi SER) y otra de acción (dirigida hacia los medios que me ayudan a alcanzar el fin, encaminada a mi HACER).

Y si uno no tiene claro el fin (su SER), no encontrará los medios para alcanzar su meta (su HACER).

Sin embargo en las empresas se sigue obsesionado por capacitar e instruir en el hacer sin antes profundizar en el ser que tiene que desarrollar esos procesos y procedimientos.

Y mire usted. Una cosa es tener libertad y otra ser libre.

Yo puedo tener la libertad de HACER una serie de acciones, pero solo seré libre si ejerzo esa libertad en beneficio de mi plenitud personal, de mi SER. Tengo libertad de comprar alcohol (HACER) pero si daña mi salud al depender de necesitar beber, atentará a mi SER y dejaré de ser libre.

Igualmente puedo tener libertad de hacer aquello que no me guste (cumplimiento) pero sólo obtendré realización personal si vuelco mi pasión en la tarea diaria (compromiso)

Dedicamos mucho tiempo a hacer mejor las cosas y muy poco a ser mejores personas.

Estamos exaltando la libertad en los medios y acciones pero preguntémonos si lo estamos haciendo para ser más libres en aras a nuestro desarrollo personal.

Estamos en una sociedad en la que se exalta la libertad para poder hacer de todo pero no nos está enseñando a hacer bien, formándonos primero en nuestra propia libertad como personas para luego transmitirla a los demás.

Y por tanto lo primero que debemos hacer es educarnos en la libertad. Educarnos en la libertad del SER de la persona antes de que del HACER.

Y dado que esto es un foro empresarial, recomendaría a nuestros empresarios que se educaran y educaran a sus trabajadores no en el cumplimento de las normas, sino en las actitudes que conllevan valores y por consiguiente un compromiso personal.

Solo con el cumplimiento ya no vale. No eduquemos en la obediencia, eduquemos en la convicción. No tengamos gente involucrada (gente que vive por obligación), sino comprometida (sintiéndose responsable)

Lo primero que quita la libertad es el miedo. El miedo busca lo seguro, el amor te lanza a la plenitud. El miedo siempre tapa y calla, el amor abre y habla.

Si la libertad no está en función de la unidad, caemos en el INDIVIDUALISMO (el veneno de la conciencia colectiva)

Si la libertad no está en función de la generosidad, caemos en el EGOISMO (el veneno de la conciencia personal)

Ya he dicho en numerosas ocasiones que me contratan las empresas para desarrollar habilidades directivas y resolver conflictos del personal e insisto en que todos los problemas, desde la empresa más grande a la pequeña empresa, están basados en la envidia, la soberbia y la falta de humildad del personal.

Si usted que me lee es empresario, empiece ayudando a hacer libre a su gente. Si va a contratar a alguien, siga las directrices que escribió  Antoine de Saint-Exupery “si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar maderas o distribuir el trabajo (eso lo hace un jefe) sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo por el mar (eso es tarea de un líder)

Da igual el trabajo que sea. No hay éxito sin excelencia en nuestra vida. Cuando sólo hay éxito lo que conlleva son excesos por ambicionar y retener más metas. Y no hay excelencia sin una CONSISTENCIA PERSONAL (en caso contrario aparecerán, con seguridad, nuestros miedos paralizantes).

Se tiene éxito en el afuera pero se es excelente en el adentro.

La consistencia personal comienza con la CONVICCION.

Tener claro lo que quiero y lo que hago ¿estoy donde quiero estar?) ¿Y sé quién soy yo? ¿Y cuál es mi sueño? Quién soy, para qué estoy y a dónde voy. Nuestra definición, nuestra visión de vida y nuestra aspiración. Y ello hace que nuestras DECISIONES sean coherentes.

Esa convicción dará lugar a que tengamos CONFIANZA EN UNO MISMO.

Yo no puedo ayudar a que nadie confíe en mi si yo no confío en mí mismo previamente. Eso hará que tenga DETERMINACION en todo aquello que realice (avanzar y superar las adversidades).

Para de esa forma tener COMPROMISO, que siempre es a uno mismo. La lealtad es al otro.

Y así conseguir que mi DEDICACION a lo que haga sea plena y no plana.

Lo contrario es la INCONSISTENCIA PERSONAL.

Esta empieza con la INDIFERENCIA que hace que olvidemos lo esencial para centrarnos en lo accidental. Siempre atendiendo a lo urgente en vez de a lo nuclear que nos hace crecer, a lo importante.

Y no conozco a ningún indiferente que permanentemente no tenga una enorme dosis de INSATISFACCION ya que nunca alcanza lo que necesita, y la culpa es siempre de otro, lo que a su vez genera la INSEGURIDAD, ese miedo a perder lo que tienen, no se anima a hacer cambios, sólo lo fácil …

Y sobre todo póngase en marcha ya. No piense que no es este un tema importante y nuclear.

José Pomares

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